domingo, 21 de agosto de 2016

Las consecuencias de darse manija con fantasías propias. Pensar y razonar, no siempre son sinónimos.

Pasar mucho tiempo pensando en cosas que no ocurren o que no ocurrirán nunca, puede llegar a desequilibrarnos por lo que, cuando se descubra haciéndolo, aprenda a frenarlo y a razonar que todo eso que lo agobia sólo está en su mente. Se trata de poner límites. Con una sola palabra, como "Stop", aprendamos a ayudarnos a nosotros mismos para no perdernos en un laberinto de distorsiones, que nos alejan de la realidad, deformándola.


Hay muchas personas que piensan muy poco y otras que piensan demasiado sin razonar. Ningún extremo es positivo, por eso de "darse manija", abusando de nuestra tolerancia emocional, puede tener consecuencias nefastas.


¿Es de los que siempre le da vueltas a todo lo que le ocurre? ¿Alguna vez no ha podido dormir porque no podía dejar de pensar? ¿Se ha dado cuenta de que su nivel de ansiedad se ha incrementado impidiéndole disfrutar del día?


Darse manija puede convertirse en su peor enemigo, por eso es importante que, desde hoy, conozcamos este terrible hábito en profundidad.
Pensar demasiado sin rumbo y sin razonar cuidadosamente en concordancia con la realidad le impide ver, elegir y/ o aceptar diferentes situaciones.
Las personas que se dan manija pensando cosas que en la realidad no existen, pasan mucho más tiempo en su mente que viviendo en el mundo real. Por nuestra naturaleza, ya pasamos mucho tiempo pensando porque es algo que no podemos evitar. Tener distinciones claras a cerca de como modelar nuestro sistema de ideas es altamente beneficioso.
No obstante, hay muchas personas que se refugian en sus pensamientos y viven verdaderas aventuras en su mente. ¿Qué ocurre en la vida real? ¿Qué ocurre cuando se dejan llevar por lo que está en su mente sin chequearlo?
Hay una emoción que cuando se instala de manera insalubre, como cualquier otra, hace mucho daño. El miedo. Pero, ¿de qué? ¿qué está indicando ese temor? ¿Cuál es su naturaleza y su sentido?


El acto de "darse manija" provoca, también, que continuamente se evite pensar en el presente. Se alborotan recuerdos del pasado y otras veces se sueña con un futuro tanto prometedor, como desastroso. Es factible que no se den ninguna de las dos categorías. ¿Qué sentido tiene esta conducta?
El acto de sumergirse en una vorágine de ideas sin control, se cobrará su precio, que se pagará en cuotas de sufrimiento y enfermedad.
A veces no nos damos cuenta, pero nos preocupamos por un sinfín de cosas a las que no deberíamos prestarles tanta atención. ¿Cuál será la causa?
¿Alguna vez ha revivido una circunstancia una y otra vez? Una frase que le ha dicho a un amigo o una situación de la que alguien ha salido enfadado. ¿Vuelve a ese escenario repetidas veces pensando en otro tipo de salidas que podría haber tenido?.
No obstante, de nada sirve revivir el pasado, pues es inmodificable. Como dice el adagio:"Lo hecho, hecho está".
Por eso, regodearse en pasado es inútil. Lo inteligente es mirar hacia el presente y seguir adelante.


Es muy interesante reconocer los límites propios, y saber pedir ayuda. Pienso que todos los seres humanos deberían hacer análisis en un espacio terapéutico profesional. Hoy en día, hay disponible una gama nutrida de posibilidades que permiten abordar nuestros quiebres para poder ante todo entenderlos y luego elegir que queremos hacer con ellos. En este sentido las sesiones de Coaching son una herramienta valiosa. De un modo u otro, siempre nos tendremos que hacer cargo de nuestras elecciones.


Si siempre está dando vueltas, arremolinándose en toda su vida, todas sus interacciones o todos los pasos que da, es el momento de parar de hacerlo porque es una exageración que trae “dolores de cabeza”.
Si necesita ayuda, es muy bueno reconocerlo y pedirla.

Puede hablar con alguien de su confianza y evitar los divagues sin sentido. Compartir y escuchar otras ideas, otros puntos de vista.

Escribir un diario puede ser muy beneficioso para desahogarnos y expresar lo que sentimos. Es una forma de mapearnos creando un testimonio que nos ayuda a cotejar lo que percibimos. Es una perspectiva diferente.

Hacer ejercicio físico, sobre todo aeróbico, es de gran ayuda para canalizar la energía de manera positiva y saludable•
Es importante tomar conciencia y aprender a decir  “Stop”.
Los límites son contenedores apropiados para evitar la desmesura. Pida ayuda a un profesional cuando considere que la necesita. Amarse a uno mismo es aceptarse, tolerarse y aprender a ser feliz con lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nosotros mismos, de los demás y del entorno.


Cynthia Grinfeld – Life Coach

jueves, 18 de agosto de 2016

 Volver a Empezar por Cynthia Grinfeld - Life Coach

A lo largo de los años, vivimos experiencias que posiblemente nunca imaginamos.
Deseamos algo y pensamos que podemos proyectarlo, arrobados de fe y entusiasmo, con la ilusión de que lo que queremos en ese momento se cumplirá, como si las leyes de causa y efecto estuvieran a nuestros servicios según nuestra lógica.
Noticia: no es así. Las cuestiones de causa y efecto nos exceden. No hay lógica para determinadas consecuencias o para determinadas causas.
Las cosas, simplemente ocurren. No por arte de magia. Hay un complejo sistema de coincidencias de gran cantidad de factores que no alcanzamos siquiera a percibir, y otros que directamente ignoramos. Nos manejamos con la ilusión de que lo comprendemos todo, de que somos capaces de conocer al mundo que habitamos y que de alguna manera absurda podemos dirigir nuestra vida en un ciento por ciento.
Así, nos topamos con pasajes y obstáculos tanto como sorpresas y alternativas que no habíamos concebido nunca. Nos sorprendemos, nos frustramos, nos asombramos, nos resignamos, nos enojamos, nos enamoramos y la vida sigue avanzando más allá de nosotros mismos.
Caminamos acompañados por la constante presencia de nuestras emociones que se encargan de apuntalarnos o de hundirnos en los más sombríos pensamientos, llevándonos al fatalismo.
Nos volvemos exagerados, vehementes, víctimas, rebeldes, y no sabemos como recuperar el estado de equilibrio, de paz y de alegría.
Alegría no es felicidad, pero es una excelente alternativa que ayuda a construir momentos felices.
Pasamos una vida, esta vida, la que tenemos, entrando y saliendo de lugares, cuando tenemos un espacio para habitar con todas las comodidades que necesitamos y que se llama, conciencia.
Tejemos muchas ideas, porque la imaginación nos ayuda a generar escenarios diversos. Algunos son muy divertidos por cierto. Otros rayan en lo ridículo, como en los casos de extremo narcisismo u omnipotencia.
Somos muy vulnerables y fascinantes al mismo tiempo. Conocernos nos lleva mucho tiempo. Un tiempo que a la vez nos mueve entre lo urgente y lo importante y la tarea de discernirlo, para no actuar en piloto automático como si fuésemos un robot.
Somos seres humanos y es hora de tomar conciencia de que respiramos y que cada día es un regalo que el Universo nos da, es algo que no hemos alcanzado a valorar. ¿Vemos la generosidad que se nos entrega cada día?
Pero… entre tantas idas y venidas, hay una posibilidad cierta y concreta. La de tomar conciencia plena de quienes somos y quienes queremos ser. Cómo queremos actuar y que creencias vamos a sostener para dirigir nuestros actos. Podemos elegir como hablar y que decir. De que forma hacerlo. Podemos estar en silencio y pensar. Pensar es una actividad muy útil, que pocas veces se practica a conciencia. Además es saludable y agradable.
Tal vez se trate de ir más despacio y saber que nadie tiene asegurado el mañana. Que nadie tiene garantías de que tal acto va a traer tal consecuencia. Ya que eso no existe. Hay personas que hacen de todo para que les vaya bien y no alcanzan a ver el resultado en la medida de sus esfuerzos. Otras, que sin tanto ahínco logran más de lo que imaginaron. ¿Por qué sucede esto? Porque en realidad, hay mucho de lo que no sabemos, y porque somos seres limitados por nuestros sentidos que además nos engañan.
Sólo asumiendo humildemente, nuestra condición humana, podremos comenzar a pensar en la reparación de nuestra propia existencia y en la de nuestro prójimo.
Por eso, como dice Lerner. Volver a empezar. Poner lo mejor de cada uno y alejarse de las expectativas y de los juicios. Simplemente razonar con los lóbulos prefrontales (LPF) y ser más comprensivos y tolerantes.
¿A quién creemos que juzgamos cuando opinamos? La prudencia es una virtud a tener en cuenta a la hora de elegir. Perseverar y volver a empezar, volver a empezar cada vez con mejores intenciones y más conciencia de que se puede compartir un planeta en paz y con alegría.

domingo, 24 de abril de 2016

Cómo recuperar el equilibrio mental en un mundo estresante


Ansiedad, tensión, angustia, depresión, sensación de sin sentido… Los compases de nuestro mundo son como mucha música disonante de hoy, chirrían, atruenan, enloquecen. Basta con seguir los informativos escritos o audiovisuales. Hay un culto a lo discordante, un regodeo en la negatividad, que al terminar el telediario te preguntas: ¿es eso la vida?
No, no lo es. La tierra no es solo sequía. El mar no es solo tsunami. El vecino, no es necesariamente un potencial violador, maltratador o terrorista. La economía, aunque parezca mentira, no puede reducirse a puro déficit. Se estima que el 80% de las enfermedades modernas tienen su origen en el estrés y que las enfermedades relacionadas con el estrés suponen como mínimo el 75% de las consultas al médico de cabecera. 
¿Cómo recuperar pues la armonía? Primero, despertando por dentro. Hay que volver a mirar al mundo y a nuestros semejantes con otros ojos. Detrás de los bloques tristes de la ciudad hay horizontes de campo que hemos preterido. Y entre los rascacielos, pedazos de firmamento. Más allá de la mirada aviesa de mi jefe, un niño quizás incomprendido que se ha olvidado de jugar, y en la esposa aburrida o el marido desencantado, dos novios que soñaron una vez. ¿Se empañó aquel sueño? No, en el fondo ambos detrás son los mismos, aunque no se lo crean. La prueba es que quizás una vieja canción recupere con nostalgia aquel sentimiento perdido.
El ser humano es algo parecido a una cebolla, con muchas capas. Vivimos en las superficiales: la de los quehaceres cotidianos, la última noticia, el último agobio. Pero detrás de todas las capas hay un fondo quieto y sin olas, una profundidad de mar. Si logramos conectar con esa zona imperturbada, recuperamos la armonía.
¿Cómo? Sus compases armónicos no se pueden oír sino en el silencio. Es necesario acallar la mente ruidosa con la que nos hemos identificado, volcada en el miedo al futuro y la culpa por el pasado. Y para silenciar su runruneo continuo que nos acribilla día y noche con los “pero”, hay que anclarse en el “ahora”, hay que sentir la energía de luz y positividad que corre por nuestras venas desde siempre.

Un modo de hacerlo es dedicar algunos minutos al día a la meditación, a contar respiraciones, a recitar una frase consoladora que provoque concentración, o simplemente a pasear sin darle al coco. ¿Se ha dado cuenta que una actividad que atrape la mente –coser, montar un barco, hacer sudokus- libera? Porque acalla el ‘loro’ mental.
Lo importante es que ese núcleo interior, que está bien, que, aunque no lo escuchemos, sintoniza en acordada armonía con el Universo, vaya taladrando las diversas capas de la cebolla y nos permita recuperar la música que ya somos en el fondo en todas las facetas de nuestra vida. Ello redundará en nuestra salud física y espiritual. 
Es verdad que vivimos un momento en que para conseguirlo hay que luchar contra corriente. No es fácil hacer silencio, si la televisión está puesta todo el santo día. No puede escucharse la música interior si no hemos convertido en adictos al ruido en sus mil manifestaciones de publicidad, consumo, ipod, móvil, internet, redes sociales, partidismo político y mil drogas más.
Al viejo campesino le bastaba con sentarse al atardecer en la puerta de su casa. Nosotros tenemos que dar algunos pasos más. Pero démoslos. Es cuestión de supervivencia.

PEDRO MIGUEL LAMET

LA SALUD EMOCIONAL PARA EL SIGLO XXI

Esta nota me parece excelente y quiero compartirla. En la actualidad, es sumamente necesario recordar y tener conciencia de todos los resortes y recurso s de lo que disponemos para sentirnos mejor y cuidar la salud tanto emocional, psíquica, como la física. Numerosos estudios, señalan que la congruencia de estos dos ejes, cuerpo y mente,  es fundamental para una salud coherente. Quiere decir, para ser consistente entre lo que pensamos, sentimos, hacemos y expresamos.
Los invito a leer y a reflexionar sobre lo que propone el autor, para mejorar nuestra calidad de vida.
¿Qué es salud emocional?
Las personas que tienen una buena salud emocional son aquellas
que mantienen una armonía entre lo que piensan, lo que sienten
y lo que hacen. Son personas quese sienten bien consigo mismas y
 que establecen relaciones positivas con su entorno. Esta capacidad relacional para entablar y mantener buenos vínculos con los demás es de
 suma importancia para determinar el grado de salud psíquica del que goza
 alguien. De hecho, para el psicólogo Abraham Maslow, uno de los fundadores
de la corriente humanista, “la persona psicologicamente enferma es aquella
que nunca ha tenido suficientes buenas relaciones con los otros”.
Una buena salud emocional se manifiesta en que la persona
no se deja arrebatar por sus emociones, esas respuestas psicofisiológicas
a ciertos estímulos que, una vez elaboradas, se convierten en sentimientos.
Por tanto, las emociones vienen a ser como descargas que acontecen en un
breve espacio de tiempo y que van a dar lugar a los sentimientos, en cuya elaboración ya entran otros ingredientes como la voluntad, el perdón,
 la experiencia, etc. de la persona para atemperar esa primera reacción psicofisiológica. Por tanto, las personas emocionalmente sanas no pierden
 el control sobre sus sentimientos, pensamientos y comportamientos.
Cuando las emociones negativas (ira, rabia, etc.) son muy intensas y nos
 abruman, pueden provocar fuertes sentimientos de odio, tristeza, ansiedad,
que a su vez afectan a nuestros pensamientos y nuestros comportamientos.
Es decir, que estas emociones tan impetuosas terminan tiñendo toda
nuestra visión del mundo y nuestra forma de estar en él.
Además, nuestro cuerpo reacciona según la forma de sentir,
pensar y actuar de cada uno de nosotros. Por ejemplo, supongamos
 que tenemos un problema laboral o afectivo por el que nos sentimos
muy estresados, ansiosos, enfadados o tristes. Si estos sentimientos
se intensifican excesivamente y se prolongan mucho en el tiempo, es muy
probable que nuestro cuerpo reaccione y genere lo que se denomina
 “la respuesta al estrés”. Así, la aparición de un herpes labial, jaquecas,
una presión arterial elevada o una úlcera estomacal es, con frecuencia,
 la consecuencia de la vivencia de un fuerte estrés. Esto se explica por
 la íntima conexión que existe entre el cuerpo y la mente.
Las emociones afectan a nuestra salud
física
por ejemplo la muerte de un ser querido, nuestro sistema inmunológico
se debilita y disminuyen nuestras defensas por lo que es más fácil
que seamos más propensos a padecer gripes, catarros, enfermedades
infecciosas, etc. Asimismo, nuestro sistema cardiovascular se
encuentra afectado por un aumento de la presión arterial, lo que
puede traducirse en que incrementemos nuestro riesgo de padecer una
dolencia coronaria. Igualmente, a causa de nuestros problemas emocionales, 
nuestro sistema gastrointestinal va a segregar más ácidos gástricos,
 lo que es probable que derive en problemas digestivos que, si se cronifican, pueden terminar en reflujo, gastritis, úlcera, etc.
Por otra parte, las emociones también están íntimamente relacionadas
con nuestro estilo de vida. Continuando con el ejemplo anterior, 
cuando estamos inmersos en una situación en la que nos
 sentimos muy estresados (un divorcio, un despido, etc.)
es muy frecuente que incurramos en hábitos no saludables.
Por ejemplo, el nerviosismo nos puede llevar a fumar más cigarrillos,
darnos atracones de comida o consumir más bebidas alcohólicas para
 calmar la ansiedad, dejar de hacer ejercicio físico con regularidad
porque no tenemos ganas, tomar más tazas de café de lo que es
aconsejable, etc. Estos malos hábitos, junto con otros factores
que acompañan al estrés como el insomnio y una alimentación
desequilibrada, terminan también por hacer mella en
nuestra salud física.
Salud emocional y resiliencia
La salud emocional tiene que ver con la capacidad de la persona para
 sobreponerse a las adversidades desestabilizadoras de la vida y para
 resistir a las presiones cotidianas. Según han constatado diversos estudios
 psicológicos,
No es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa lo que marca
la  diferencia. Así, personas que han sufrido acontecimientos estresantes
similares reaccionan de manera muy distinta. Mientras unas personas se
sienten dominadas por las emociones negativas, otras logran controlarlas e,
incluso en las situaciones adversas, consiguen salir reforzadas, con más
confianza en sí mismas.
¿Cómo mejorar nuestra salud
emocional?
# 1.- Reconocer las emociones
Lo primero es reconocer lo que sentimos y comprender por qué lo sentimos.
Descifrar las causas de nuestra tristeza o nuestra ira es imprescindible para
 que luego podamos gestionar de manera adecuada lo que condiciona
 nuestro estado de ánimo.
# 2.- No reprimir nuestros sentimientos
Si, por ejemplo, sentimos celos, no es buena idea ocultarlo y hacer
cómo si eso no fuera con nosotros. Tarde o temprano este sentimiento
saldrá a la luz, quizás en el momento más inoportuno; y si ha estado reprimido,
es probable que muestre su cara con una virulencia desproporcionada.
Si nos sentimos estresados o con ansiedad y lo ocultamos en nuestro
interior sin compartirlo con nadie, nos puede hacer sentir mucho peor.
Si no contamos con un oído amigo con el que sincerarnos, siempre existe el
recurso de acudir a la ayuda de un profesional. En cualquier caso, nunca
se deben dejar pudrir los sentimientos en nuestro interior,
porque eso termina afectando a nuestra salud mental y a
 nuestra salud física.
# 3.- Aprender a expresar los sentimientos
de manera adecuada
Si algunas actitudes de nuestros seres queridos nos están haciendo sentir mal,
 lo lógico es hacérselo saber a estas personas cercanas, pero de manera adecuada.
 Esto significa que debemos ser asertivos, debemos dejarnos de rodeos y
 expresar cómo nos sentimos y qué es lo que nos molesta, pero nunca ser agresivos 
con la otra persona, porque entonces se imposibilita cualquier posibilidad
de diálogo.
# 4.- Relativizar los problemas
Nunca merece la pena sufrir por los pequeños contratiempos de
la vida cotidiana como pueden ser los atascos de tráfico. Asimismo tampoco
 merece la pena discutir por los temas que suelen generar enfrentamientos:
política, fútbol…
Pero, incluso, los problemas de verdad tampoco hay que     
 sobredimensionarlos.
Hay que darles el valor que tienen, pero salvo contadas excepciones no deberían
 anular nuestra vida. Por ejemplo, uno no debería obsesionarse con los
problemas laborales. Nuestra vida no es solo el trabajo. Aunque se trate
de un ámbito importante, no es el único. Tenemos otros ámbitos como
la familia, los amigos, nuestras aficiones, que igualmente tenemos que
cuidar y disfrutar.
Aunque existan problemas en algún ámbito de nuestra vida, 
también tenemos que aprender a enfocarnos en las cosas
positivas que tenemos. Siempre veremos la botella medio vacía si nos
 dejamos tomar por los sentimientos negativos, pero seremos más felices                                             
si nos acostumbramos a verla medio llena.
# 5.- Centrarse en las soluciones
Los problemas forman parte de la vida, de cualquier persona; pero también la
búsqueda de soluciones. Superar las dificultades está estrechamente
 vinculado con nuestro desarrollo y crecimiento como persona.
 Para resolver los problemas lo mejor es adoptar una actitud pro-activa,
lo que significa tomar la iniciativa y actuar de manera creativa confiando
en nosotros mismos. En este sentido, la salud emocional está relacionada
 de manera muy directa con el optimismo, la autoestima y la capacidad
de encontrar soluciones imaginativas a los problemas.
# 6.- Potenciar las relaciones positivas
Cuando los problemas se comparten, ‘pesan’ mucho menos.

Por ello, resulta muy beneficioso para la persona cultivar las relaciones
                                                   

sociales y familiares. Siempre es más fácil resistir frente a

la adversidad cuando formamos parte de una red

tejida con vínculos afectivos que sipermanecemos aislados.
# 7.- Mantener una vida equilibrada
Para tener una buena salud emocional es importante alimentarse
 y realizar ejercicio de forma regular.
La práctica habitual del deporte genera endorfinas, las “hormonas de la felicidad”,
 y alivia las tensiones acumuladas. Además, si se trata de un deporte colectivo,
su práctica puede ser una excelente escuela de convivencia y estrecha las
relaciones humanas con los miembros de tu equipo.
Para que una alimentación sea equilibrada y sana es necesario que sea
variada y ligera. Deberemos, por tanto, evitar las comidas pesadas y comer en exceso,
 así como el abuso de las bebidas alcohólicas.
Para descansar de manera adecuada, necesitamos habituarnos a irnos a
acostar a una hora determinada para dormir los suficiente, no ver
programas televisivos que nos causen tensión poco antes de irnos a
acostar y no excedernos con las bebidas excitantes ni con el alcohol.
# 8.- Aprender a relajarse
La buena salud emocional se pone de manifiesto por la capacidad
para afrontar la vida con tranquilidad. Es necesario aprender a relajarse.
En esto nos pueden ayudar la práctica de disciplinas como el yoga,
la natación, la meditación zen… Es importante apoyarnos en alguna de estas
actividades para equilibrar nuestro cuerpo, calmar nuestra
 mente y manejar nuestras emociones.
En definitiva, el buen cuidado de la salud emocional está vinculado 
de manera directa con el desarrollo de una sana autoestima y de
la confianza en uno mismo, con la capacidad de establecer y mantener
relaciones positivas y duraderas con los demás, con las ganas por
estar siempre dispuesto a aprender, con la flexibilidad
mental para adaptarse a los cambios, con el optimismo
y la tendencia a saber valorar lo que uno tiene y con
conservar las ganas de reír y disfrutar de la vida a pesar de todas las adversidades.
FERNANDO ALBERCA VICENTE
Orientador y periodista


martes, 16 de febrero de 2016

Humberto Maturana: “No tengo nada que ver con el coaching”


JUEVES, 21 ENERO, 2016 
El científico y filósofo Humberto Maturana, está molesto y quiere contar su verdad. Acusa un mal uso de su trabajo como insumo para el coaching, el que, a su juicio, tiene algo de conspirativo, de manipular al otro y de crear cierta dependencia. Y da nombres y apellidos. Sobre la corrupción en Chile, dice que ésta no es responsabilidad de un modelo económico, sino que siempre es de las personas.

Humberto Maturana accedió a dar esta entrevista porque hace tiempo se siente incómodo. El día que se estrenó la serie de minidocumentales LabStars (que transmitió Canal 13) sobre destacados científicos chilenos –donde Maturana figuraba como uno de ellos–, el biólogo se preocupó: líderes mundiales lo alababan como el hombre que revolucionó el entendimiento de lo humano, incluido el Dalai Lama que, incluso, le agradeció haberle cambiado la óptica de su filosofía. Sin embargo, y a diferencia de los demás videos, el suyo no dejaba claro cuál es su aporte.
Hace poco, en la Expo Milán, estando con el ex presidente Lagos, Maturana contó a la Escuela de Terapia Sistémica lo que hace en Matríztica y tuvo que dejar en claro que, al igual que ellos, el coaching nunca ha sido parte de su quehacer. Pero lo que finalmente lo llevó a acceder a contar aquí su molestia, se produjo durante su visita a la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE), en España, donde lo felicitaron por ser el “abuelo del coaching ontológico”.
-¿Usted tiene que ver con el coaching ontológico?
-Nada.
Maturana no es cualquier científico. Sus ideas no sólo remecieron al Dalai Lama, sino que inspiraron el juego en cancha que llevó al club Barcelona a la cima (sí, lo estudian Cruyff, Guardiola, Paco Seirulo, Zubizarreta, Lillo, y motivaron el cambio cultural en HP, siendo Carly Fiorina, hoy candidata republicana, la gerente de Recursos Humanos).
Sus ideas han derivado en asesorías a ilustres de la talla de la ex candidata brasileña Marina Silva, e incluyendo a todos los jefes de Estado de Chile (hasta Pinochet quiso conocerlo), empresarios famosos, ministros, epistemólogos, entre otros. Sus libros han sido traducidos a más de 20 idiomas, las dos nominaciones suyas al Nobel fueron aceptadas, en suma, todos quieren conocer a Humberto Maturana. ¿Por qué, entonces, un científico que parece rock star aparece relacionado con conceptos que no tienen nada que ver con su trabajo?
El origen
-Es conocida la historia suya con Fernando Flores. ¿No será ése el punto de partida en que su trabajo científico y epistemológico se contaminó con el concepto de “coaching”?
-Puede ser. A ver, la señora de Fernando Flores me pidió si podía ir a verlo a Tres Álamos (el campamento de prisioneros políticos que operó en dictadura). Él había leído De máquinas y seres vivos y quería conversar. Así que fui dos o tres veces por mes durante ocho meses a hablar de biología del conocimiento y lenguaje.
-¿En Tres Álamos permitían eso? ¿Y, usted, por qué aceptó?
-El lugar era la antesala al exilio o “liberación”. Yo la llamaba la Escuela de Altos Estudios Políticos porque todos eran políticos. Y accedí porque me dedico a “profesorear”. No había nada humanitario, sino el interés de conocer a quien había leído mi libro y compartir mis ideas con alguien que mostraba curiosidad. Fue una relación profesor-alumno, nada personal o de formar amistad.
-Pero a Flores usted ya lo conocía de antes…
-Sí, durante la visita de Stafford Beer, un cibernetista que vino a Chile en la época de Allende para implementar el proyecto Cybersyn, un sistema que le iba a permitir al Gobierno saber en tiempo cero y en presente mismo el estado de la producción de las distintas empresas estatales en Chile. Con el golpe militar, Beer y otros se tuvieron que ir.
-Ustedes con Flores se vuelven a encontrar. En Estados Unidos, cuando él ya había partido al exilio…
-Fernando recibió una invitación de Werner Erhard para formar parte de la fundación. Me tocó viajar y nos juntamos varias veces. Un día, Erhard me invitó a pasar por allá y a hacer un informe de uno de sus talleres donde participaban unas 300 personas y que duraban tres días. La gente hablaba de sus dolores, en una situación bastante catártica.
-¿Y qué puso en su informe?
-Primero, que parecía una cofradía. Segundo, había gente dispuesta a contar cosas muy personales. Muchas mujeres violadas por parientes. Y que no cabía aplaudir porque culturalmente el acto implica, aunque no se quiera, aprobación. No estaba de acuerdo con sus teorías del entendimiento. Fernando, en todo caso, estaba muy involucrado con la fundación y había sacado un Doctorado en Filosofía en Berkeley. Conversamos mucho y él inventó lo que llamó “conversaciones para la acción”, que eran talleres donde toma la idea del coaching de unos filósofos ingleses y lo une al concepto de “actos del habla”.
-Es decir, Flores lo inserta a usted –sus teorías– en esta suerte de mix de ideas…
-Usó lo que aprendió conmigo y el tema de los actos del habla con una visión política. Yo nunca he tenido esa visión porque no hago las cosas para obtener resultados. Yo busco comprender la naturaleza del vivir. Fernando le da un toque empresarial. Como político, tenía muchas conexiones y redes y eso le permitió ganarse la vida inventando talleres. Pero no tuve nada que ver con lo del coaching. Ahora entiendo que no sólo era su biólogo de bolsillo, sino también su filósofo de bolsillo. A fines de los 80, él ya estaba impregnado de lo que había aprendido conmigo: no existe realidad independiente del observador y, por lo mismo, no hay verdad absoluta sino operaciones de distinción que hace cada observador.
-En todo caso, parece que lo ayudó a difundir su obra, porque después varios discípulos de él usaron sus ideas en propios proyectos…
-Tuvo dos discípulos en especial, Rafael Echeverría y Julio Olalla, que después se separan de Fernando y me invitan a hacer algunas conferencias filmadas. No tuve problema, porque quedaba claro que yo era el que decía lo que decía. El problema vino después, cuando tomaron mis conceptos –el observador, por ejemplo– y lo redefinieron a su arbitrio.
Cuando mira hacia atrás, Maturana no descarta que la distorsión se originara en su relación con Fernando Flores. “(Él) le da un toque empresarial. Como político, tenía muchas conexiones y redes, y eso le permitió ganarse la vida inventando talleres”.
-¿Y le pagaron por esas charlas filmadas?
-Sí. Yo era bastante conocido y haberme pedido a fines de los 80 que participara de esta manera de sus talleres les daba cierto prestigio, pero eso no quería decir que estuviera haciendo el taller con ellos.
-Ahora, usted no puede impedir que otros tomen su obra y la interpreten o apliquen a su manera...
-No. Lo que sí me parece poco ético es lo que hicieron después. En algún momento, Echeverría me dice que quería escribir la historia de mis ideas. Acepté y nos estuvimos reuniendo periódicamente por meses. De repente, esto se acaba y no supe nunca más de él hasta que un día nos encontramos en la calle. Fue posterior a la publicación de su libro Ontología del lenguaje. Lo saludo y le pregunto “bueno, ¿y qué pasó con el libro que ibas a escribir de mis ideas?”. Me dijo que no se acordaba. “Pero cómo, si incluso tenías registros en cintas”, le comenté. Y me contestó que las cintas se borraron y que él había sufrido de amnesia.
-¿Amnesia? ¿De verdad o estaba siendo irónico?
-Me lo dijo en serio. No sé cómo interpretarlo. Y cuando vi su libro me di cuenta de que había unas cuantas referencias a mi persona, pero que gran parte del escrito usaba mi lenguaje textual.
-¿Y por qué no los demandó?
-Porque hasta el día de hoy lo que busco conservar es un quehacer ético.
-¿O sea, usted asume las consecuencias de no haber actuado?
-Sí. Yo no busco resultados y mi principal aspiración es comprender la naturaleza del vivir, nunca me quedo atrapado en nada. Me gusta trabajar solo o con alumnos o con colaboradores efectivos. Como en Matríztica, donde con mi socia, y mis colaboradores, ya llevamos 17 años trabajando juntos.

La ética, la autonomía y la manipulación
-Con el tiempo, usted decide fundar su propia empresa. Y delegar la gestión…
-Sí. Primero con mi socia y con la que pagamos caro nuestra ingenuidad. Unos contadores nos robaron varios millones de pesos. Pero luego convocamos a un grupo de colaboradores que, desde el respeto por lo que hacemos, nos hemos mantenido siempre los mismos. Para mí, Matríztica fue lo que llamo la “sobrevida”. Significó la posibilidad de seguir existiendo de manera creativa. Me amplió la mirada reflexiva y de acción. Estaba dedicado a entender los seres vivos como podrían ser las mariposas y ahora entiendo que los seres humanos no somos mariposas, sino seres biológico-culturales.
-¿Y, entonces, por qué se le siguen apareciendo los fantasmas del pasado?
-Bueno, por eso me gustaría aclarar y distinguir entre lo que algunos ofrecen como talleres de coaching colgándose de un concepto que yo acuñé, la biología cultural, y lo que Matríztica realmente hace. Cuando Flores, Echeverría y Olalla juntan mis conceptos del observador y del lenguaje como coordinaciones consensuales de la emoción y el hacer en el convivir con lo que ellos tomaron de filósofos ingleses –coaching y actos del habla–, me involucran en consultorías que jamás se me ocurriría impartir.
-Algo tendrán los actos del habla que hicieron millonarios a Flores y varios otros llamados “coach”…
-El riesgo de los actos del habla es que los puedes transformar en instrumentos de manipulación, más que en responsabilidad de tu quehacer. El “coaching ontológico” ha terminado en un modelo donde la persona desaparece. Se erige como un manual con los pasos a seguir. Las grandes escuelas de pensamiento de Europa han dejado atrás el concepto de coach no sólo porque tiene algo de conspirativo, de manipular al otro, sino también porque crean una cierta dependencia. Y el coach pronto prueba que no tiene la energía ni tiempo de hacerse cargo del coachee. Le entregan una técnica y no se hacen cargo de lo que pueda pasarle una vez terminada la relación. He conocido casos donde se pierde el foco. Empresas que contratan a un “experto” para que haga coaching a un grupo de ejecutivos, por ejemplo, con la finalidad de conocerlos y “ablandarlos” para luego despedirlos. Para que entiendan que lo mejor es dejar de trabajar en ese lugar. Y está el coach, que construye una relación con 30 personas para después decirles que tienen que dejar sus puestos. No es un trabajo fácil.
-Algo tendrá Maturana que igual los coach e “imitadores” buscan citarlo…
-Pienso que tienen una relación dual conmigo. Muchos venden sus propios servicios de coaching “basados en la teoría del lenguaje del doctor Maturana”. Y así como me usan, me mantienen lejos del negocio. Les sirvo por el nombre, pero no por lo que verdaderamente enseño, porque eso supone un trabajo mayor de aprendizaje que permita entregar entendimiento. No técnicas, sino reflexión.
-¿Qué quiere, a fin de cuentas?
-Me gustaría dejar en claro que yo vivo en un quehacer ético y que soy respetuoso de quienes deciden dedicarse a hacer coaching. La conciencia ética es indispensable para que haya respeto, honestidad y colaboración. La convivencia democrática sólo ocurre si hay: honestidad, mutuo respeto, equidad, ética social, reflexión, colaboración y conversación. Y todo esto deberíamos aprenderlo espontáneamente desde pequeños y si no es así, más tarde de manera intencional en la reflexión. También se pueden abrir conversaciones liberadoras. Como lo pone un colaborador, si un gerente de informática sabe perfectamente cómo funciona un computador, ¿por qué las personas que trabajan con personas no saben cómo ellas operan y funcionan?
 “Hoy no estamos viviendo en democracia”
-¿Cuál es su lectura de los casos de colusión que se han conocido en los últimos meses?
-Me parecen una vergüenza. Lo magnífico es que se están conociendo. Antes estaban y no se veían. Estos casos revelan la psiquis de una forma cultural muy antigua de obtener ventajas a cualquier precio, sabiendo que se trata de conductas deshonestas. Que ahora se estén investigando es un buen comienzo para limpiarnos de tanta basura.
“Cuando se viola la confianza, se borra la historia. Por lo tanto, se requiere un nuevo comienzo. La gran responsabilidad de los empresarios y políticos hoy es comenzar conscientemente a convivir en la honestidad”.

-Estos casos y los escándalos políticos han demolido las confianzas. Y sin confianza no hay colaboración. ¿Cómo hacer para recuperarla?
-La confianza no es una cosa que se pone o se saca. Como dice mi colega, Ximena Dávila, las relaciones de confianza surgen producto de una historia de convivencia en la que no nos sentimos traicionados. Es un modo de convivir en que me importa la armonía de la comunidad a la cual pertenezco y cuando se viola esa confianza, se borra la historia. Por lo tanto, se requiere un nuevo comienzo. La gran responsabilidad de los empresarios y políticos hoy es comenzar conscientemente a convivir en la honestidad.
Hablamos mucho de que volvió la democracia, pero ¿volvió? ¿Democracia es sinónimo de apertura para la pillería? La democracia sólo ocurre en un convivir en la honestidad, en la ética social, la colaboración, la equidad, la conversación que lleva a la reflexión en el deseo de vivir y coexistir juntos que permite corregir los errores. Pero esto puede ocurrir sólo si se desea. ¿Lo deseamos de verdad? Lo que me preocupa es que hoy no estamos viviendo en democracia, lo muestran la corrupción, las mentiras hasta en el ámbito deportivo y los conflictos étnicos. ¿Desde dónde es que no nos podemos poner de acuerdo para una convivencia que sea, en efecto, democrática?
-Para algunos, estamos viviendo un cambio de paradigma en el que la sociedad se hace cada vez más horizontal. ¿Coincide?
-Un cambio de paradigma habla de cambio de reglas. Pienso que esa expresión no hace referencia al modo de vivir espontáneo en la honestidad que se vive como algo propio, como algo que queremos. Sí creo que estamos en los albores de un cambio de modo de vivir y convivir, en la medida en que nos damos cuenta de que vivir en la deshonestidad nos avergüenza y no queremos conservarla. Por lo tanto, no basta con anunciar que hoy estamos en un cambio de paradigma. Más bien ocupémonos seriamente hacia dónde queremos ir como país.
“Hoy no estamos viviendo en democracia, lo muestran la corrupción, las mentiras hasta en el ámbito deportivo y los conflictos étnicos. ¿Desde dónde es que no nos podemos poner de acuerdo para una convivencia que sea, en efecto, democrática?”.

-¿Qué responsabilidad le atribuye al libre mercado en que haya desigualdad y escándalos de corrupción?
-La corrupción no es responsabilidad de ningún modelo o teoría económica. Es siempre de las personas. Echarle la culpa a algún modelo económico es no asumir responsabilidad y revela ceguera social. La corrupción no surge de un modelo político o económico sino de la ambición, avaricia y el afán de poder, emociones todas que llevan a la deshonestidad.
-¿Debiéramos avanzar hacia otro modelo de desarrollo?
-El crecimiento económico no es lo central. Más bien la transformación de la economía con una visión de los procesos cíclicos de conservación de la armonía de la biósfera y la antropósfera (creaciones humanas), con conciencia de que todo crecimiento indefinido de la población lleva al desastre biológico-ecológico. Esto implica un cambio en nuestra psiquis relacional que está distorsionada por la ambición, la competencia y la búsqueda de éxito.
-Si pudiera asesorar a la presidenta Bachelet, ¿qué le diría?
-Que fuera ella misma y que actúe desde su conciencia social y ética.
-Pero así es como se ve que está actuando. Y, sin embargo, tiene alto nivel de rechazo…
-Bueno. Es parte de las consecuencias de lo que ella quiere conservar. Tal vez le diría que escuche más las quejas y dolores del ciudadano común y corriente.
-¿Le han preguntado desde el Gobierno su opinión sobre las reformas y otros temas?
-No.
-La gratuidad universitaria, ¿ayudará a alivianar las tensiones sociales en Chile? ¿Y a mejorar la calidad de la educación?
-La gratuidad no es lo central, sino el hecho de que la educación será responsabilidad del Estado y con ello su costo lo pagarán los contribuyentes. Cuando estudié en esas condiciones, me sentí agradecido por haber recibido la educación de esa manera y con sentido de responsabilidad social por ello. Si no se es consciente de esto, se entiende la gratuidad como algo sin valor, cuando es exactamente lo contrario.
Lo importante es que la juventud crezca consciente de su responsabilidad social hacia la comunidad que ha hecho posible su educación como ciudadanos. Si sucede, el país vivirá una verdadera democracia en la colaboración y el mutuo respeto. Y si somos honestos, disminuirán las tensiones que hoy se viven. La calidad estará determinada por su orientación hacia la formación de ciudadanos serios y responsables, cualquiera sea su quehacer. Y esto depende de la formación humana, no sólo técnica, de los profesores y profesoras.•••