"To be or not to be..." La tragedia de ser humano.
Para ser hay que
nacer. Y para nacer hay que tener padres.
Tal vez la pregunta
alude al hecho de poder existir en la biología del amar. La certeza a menudo
incierta de ser amado, o haberlo sido.
Se habla del hijo
concebido. Y como dice Maturana, "el lenguaje no es inocente". ¿Es la
concepción una sustracción del deseo o es al revés?
Ser o no ser
hijo-carga-bien preciado; ser objeto y sujeto del amor.
Las cargas de los
padres se pasan a los hijos y así para siempre. Las cargas ontológicas,
biológicas y matemáticas, se pasan de generación en generación.
Es así que desde
siempre, es la madre quien carga / contiene/ aloja o anida al hijo en su útero.
No obstante, ese uno es el resultado de la combinación entre dos, siendo
imposible concebir la vida de otra manera. La biología impone sus leyes.
Se puede no ser
padre o madre, pero siempre se es hijo de alguien, aunque debiéramos decir "alguienes".
Y esto se convierte
en un hecho (trágico) que no nos deja libres de ser sin nacer. Nunca se deja de
ser hijo de...; ¿es esto una gloria o una tragedia?
Hamlet nos enfrenta
desde su inteligencia, con la vida y con la muerte. Pues, no podemos ser sin
nuestra condición de hijos, recibiendo y heredando cargas atávicas, tanto como
no podemos evitar su futura transmisión. Este pasaje inevitable tiene y tendrá
consecuencias que admiten preguntas en cuanto a la ilusión de legítima libertad
de ser o no ser, modelando nuestra existencia con respuestas elegidas para ser
sujetos a la vida.
Se plantea ahora la
cuestión de ser o no ser diferentes. Diferentes a nuestros padres con quienes
de algún modo nos igualamos al ser padres de nuestros hijos. Pues la condición
se mantiene, aunque en el mejor de los casos, la conciencia y el desarrollo de
una educación emocional, nos abran algunas nuevas posibilidades.
Ser o no ser es una
pregunta que se asemeja al concepto de los números irracionales que no pueden
ser representados en fracciones tal como lo es el número "π"
PI.
Somos uno
por la intersección de dos y sus sucesivas multiplicaciones.
“Ser o no ser”, al aplicarse a las
diferencias posibles con nuestros padres, garantizadas en nuestro ADN, nos
invita a pensar en si somos o no diferentes entre nosotros mismos.
El grado de distancia entre hombres y
mujeres se reduce a un solo cromosoma. Siendo mucho mayor la distancia entre el inteligente y el necio.
Hamlet se encuentra entre el fantasma
de su padre y el apetito materno que desarticula en él su posibilidad de amar.
Si Hamlet se mueve en un mundo de
simuladores y de subjetividades (muchas vanas), cabe decir que nosotros también
lo hacemos.
Ser o no ser aceptándonos como una
especie animal más, de características diferentes a las que llegamos a
reconocer en otras especies.
Entonces, la genialidad de Hamlet
consiste en nacer como pregunta en la pregunta “Ser o no ser”, para ser en una
genuina y honesta libertad que nos lleve a trascender.
Cynthia Grinfeld - Abril 8 de 2015
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