Se trate del silencio del paciente o del silencio del psicoanalista, de un silencio crónico o efímero, de un silencio de resistencia o de apertura a lo inconciente, constituye un hecho analítico de primera importancia en el desenvolvimiento de una cura.
El silencio es, entre todas las manifestaciones diversamente humanas, la que expresa mejor, de manera muy pura, la estructura densa y compacta, sin sonido ni palabra de nuestro propio inconciente. Es la manifestación última de la naturaleza muda de la vida psíquica: el inconciente es ante todo un «discurso sin palabras».
Juan D. Nasio
jueves, 13 de febrero de 2014
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