domingo, 2 de marzo de 2014

Crear no es inventar

Hacia 1905, Hermann Bahr decidió: "El único deber, ser moderno". Veintitantos
años  después, yo me impuse también esa obligación del todo superflua. Ser moderno es ser contemporáneo, ser actual: todos fatalmente lo somos. Nadie -fuera de cierto aventurero que soñó Wells- ha descubierto el arte de vivir en el futuro o en el pasado.
No hay obra que no sea de su tiempo.
Jorge Luis Borges 1969

Hace unos días leí un artículo en donde se recomienda la creación de un nuevo hábito cada día.
Aún cuando muchas veces he escuchado que la rutina tiene mala prensa,  no dejo de pensar que la rutina hace que nuestra cotidianeidad se aliviane, trayendo orden y ayudándonos a generar tiempo para nuevas consideraciones.
Crear un hábito cada día es una práctica aconsejable. La pregunta es: ¿Cómo hago para sostener cada día un nuevo hábito? Esto implicaría una sucesión de nuevas conductas en un sinfín de posibilidades. Y sostener algo así, sería imposible.

Entonces es cuando digo que crear no es inventar.

No es necesario inventar “algo nuevo y novedoso” cada 24 horas. En lugar de eso es interesante re-crear un hábito hasta que estando bien internalizado, se automatice.
Para esto es necesario la repetición de la acción a lo largo del tiempo.

Voy a dar un ejemplo. En la vida moderna, la tecnología nos provee de herramientas eficientes que hacen posible que manejemos muchas cuestiones desde nuestra computadora. Por tal razón, ya no es necesario ir al banco a pagar las cuentas o ir a estudiar a la biblioteca. A veces hasta podemos hacer el pedido del supermercado de manera virtual. Esto ha traído aparejado grandes beneficios y un gran perjuicio. La vida sedentaria.

Ya conocemos todos los problemas para nuestra salud que acarrea una vida sin movimiento. Sin embargo, en la mayoría de los casos, es muy difícil escapar a la tentación de permanecer sentados frente al ordenador.

Con la consigna de la creación de nuevo hábito podemos pensar en caminar; algo bastante común; o en ir al club o al gimnasio para movernos un poco. Pero es también sabido que muchas veces ese objetivo se frustra, dado que el magnetismo que ejerce la silla para retenernos frente a la computadora es muy fuerte.

Podríamos bien reformular la idea. El nuevo hábito será no estar sentado más de dos horas seguidas. ¿Podemos sostener esto? Es más sencillo que pensar en caminar o en hacer un sinnúmero de aerobics.
¿Es sostenible? Sí lo es, si va acompañado de una poderosa toma de conciencia en cuanto a la elección del hábito que se procura crear.

¿Y qué hacer al segundo día? ¿Inventar un nuevo hábito? Será más productivo ir re-creando al del día anterior hasta afinarlo de manera que nos sea realmente provechoso. Repetir las operaciones es un mecanismo fundamental para la grabación de un nuevo aprendizaje y un hábito no es nada menos que eso. Algo nuevo que hemos incorporado, que hemos aprendido.
Entonces la pauta podría ser: no permaneceré sentado por más de hora y media. O saldré a caminar dando cuatro vueltas manzanas. Otras personas pueden proponerse leer al menos 15 minutos diarios o escribir o cocinar la comida en lugar de llamar al delivery. Las opciones son muy variadas!

Cada persona usará su cerebro para identificar que hábitos nuevos lo pueden ayudar a mejorar su calidad de vida.

Es más fácil hacer algo todos los días que tres o cuatro veces por semana.

                                 


Pienso que cuando somos capaces de crear un hábito cada día, somos también capaces de recrear nuestro propio Yo una y otra vez. Podemos estar en control de nuestros proyectos. Planear algo implica una estrategia.
Concuerdo Gretchen Rubin, autora de The Happiness Projecten donde sostiene: 
A) Conocerse a uno mismo es la llave del éxito siendo menos proclives a dejarnos llevar por la corriente.
B) Aprender cosas nuevas nos hacer sentir que no nos estancamos.
C) Sentir placer en el proceso que llevamos a cabo cuando hacemos algo, no sólo en el resultado.

Si nos llegamos a conocer a nosotros mismos,  podemos elegir y decidir sobre cada día en nuestras vidas. Es decir que somos libres.

Tener el hábito de hacer algo cada día, nos reúne con la conciencia de que nuestra existencia está en nuestras manos. Hacer cosas día por día requiere, tiempo, energía y a veces dinero. No hay ninguna magia en los resultados. Hacer cosas cada día  es tener cuidado y responsabilidad sobre el modo en que vivimos nuestras vidas. Se trata de frenar impulsos y pensar. Lo que hacemos o no hacemos hoy, tendrá consecuencias en el mañana. Los invito a pensar en estas preguntas: ¿Qué desea? ¿Qué cosas quisiera aprender? ¿Cuánto cuesta eso que desea para poder disfrutar del proceso de aprenderlo y así tener una mejor vida cada día?
Persevera y triunfarás. Practicar un nuevo hábito cada día es la forma de abrir las puertas de nuestra rutina. Todos los días tenemos la oportunidad de ser conscientes de a quiénes somos, y quiénes queremos ser, sabiendo lo que hacemos para llegar a nuestras metas.


Cynthia Grinfeld 

jueves, 13 de febrero de 2014

El discurso del Silencio

Se trate del silencio del paciente o del silencio del psicoanalista, de un silencio crónico o efímero, de un silencio de resistencia o de apertura a lo inconciente, constituye un hecho analítico de primera importancia en el desenvolvimiento de una cura.
El silencio es, entre todas las manifestaciones diversamente humanas, la que expresa mejor, de manera muy pura, la estructura densa y compacta, sin sonido ni palabra de nuestro propio inconciente. Es la manifestación última de la naturaleza muda de la vida psíquica: el inconciente es ante todo un «discurso sin palabras».
Juan D. Nasio 

miércoles, 1 de enero de 2014

Bienvenido 2014!

Hace un largo tiempo que no compartía algo en este blog. Pues, anoche, celebrando la llegada del Año Nuevo, alguien me preguntó, si no se me había ocurrido escribir un libro. Entre tantos desseos con sonrisas que recibí, tanto agradecimiento y reconocimiento obtenido, la música de Chet Baker y sabores dulces, me dije es hora de volver al blog! Han pasado tantas cosas, que el proceso me ha ido guiando, y acá estoy de nuevo. Para comenzar, veamos 4 consejos para poder cumplir con propósitos, y objetivos que pactamos con nosotros mismos. Si somos capaces de sostener a nuestra propia intención, dándole un valor solvente a nuestra palabra, el crecimiento nos hará sentirnos cada vez un poquito mejores. 

Ser humildes, siempre. Perseverantes y pacientes. Creo que la clave para llegar a lo que podríamos llamar metafóricamente la Tierra Prometida, es saber que el tiempo y las experiencias medias del proceso, es decir el tránsitar el camino, es esencial para llegar a ese lugar luminoso, de grandeza, que nos permite respirar hondo y decir. Cumplí! o lo logré! o expresarnos tanto como: Es increíbel pero real, y aquí estoy realizándome en mi realización.


4 consejos para terminar lo que empiezas

Sigue estos consejos para cumplir tus propósitos / Foto: ThinkstockSigue estos consejos para cumplir tus propósitos / Foto: Thinkstock
1. Haz un plan. Las buenas ideas no se hacen realidad si no les dedicas un tiempo y un espacio definido. Resiste la tentación de entrar en un nuevo proyecto sin antes habler planeado una ruta; es importante saber hacia dónde quieres llegar para que no des pasos a ciegas. Haz un plan de acción para poder organizarte sin tropiezos y que éstos te hagan perder el entusiasmo. Al igual que en la cocina, donde hay lugar para lo espontáneo y la improvisación, contar con una receta evita que se queden ingredientes afuera durante el proceso. ¿Hacia dónde quieres llevar tu proyecto? ¿Qué necesitas para conseguirlo?
Haz un plan / Foto: ThinkstockHaz un plan / Foto: Thinkstock

2. Cuéntale a la genteNo subestimes el poder de la palabra. Cuando dejas de postergar tus intenciones y las haces públicas, creas una expectativa en los demás y en ti mismo. Esa fuerza es capaz de impulsarte hasta el final. Aunque el proyecto vaya cambiando con el tiempo, ya hay un espacio destinado para él en el pensamiento de los que te rodean. Incluso te darás cuenta de que mucha gente quiere aportar ideas o esfuerzos. Pon una fecha límite para lograrlo y cumple tu palabra.
Cuéntale a la gente / Foto: ThinkstockCuéntale a la gente / Foto: Thinkstock

3. Un proyecto a la vez. Cuando uno es inquieto y curioso, es fácil salirse del camino trazado. No pongas tu energía en muchos proyectos a la vez porque eso evitará que los lleves a buen término. Una sola tarea, un solo proyecto a la vez. Eso no quiere decir que dejes lo demás de lado, solo se trata de ponerlo en pausa. Es probable que en el proceso descubras cómo tus proyectos se nutren uno del otro. Empieza por el más largo o el más complejo, aquel que implique más riesgos o que te dé más miedo. El terminar ese gran proyecto te dará la motivación para llevar a cabo los demás.
Un proyecto a la vez / Foto: ThinkstockUn proyecto a la vez / Foto: Thinkstock

4. Que el perfeccionismo no te detenga. Muchas personas postergan sus proyectos porque temen no alcanzar cierto nivel de perfección o profesionalismo. En ocasiones, ese pensamiento no es más que el miedo a no cumplir con las expectativas ajenas. Cuando te sientas así, dile al perfeccionista que llevas dentro que se tome unas vacaciones; no te atores en los pequeños detalles, no vayas hacia atrás ni juzgues cada paso que des. Opta por decisiones prácticas, establece etapas de trabajo y corrige solo hasta que termines cada una.
Que el perfeccionismo no te detenga / Foto: ThinkstockQue el perfeccionismo no te detenga / Foto: Thinkstock