domingo, 21 de agosto de 2016

Las consecuencias de darse manija con fantasías propias. Pensar y razonar, no siempre son sinónimos.

Pasar mucho tiempo pensando en cosas que no ocurren o que no ocurrirán nunca, puede llegar a desequilibrarnos por lo que, cuando se descubra haciéndolo, aprenda a frenarlo y a razonar que todo eso que lo agobia sólo está en su mente. Se trata de poner límites. Con una sola palabra, como "Stop", aprendamos a ayudarnos a nosotros mismos para no perdernos en un laberinto de distorsiones, que nos alejan de la realidad, deformándola.


Hay muchas personas que piensan muy poco y otras que piensan demasiado sin razonar. Ningún extremo es positivo, por eso de "darse manija", abusando de nuestra tolerancia emocional, puede tener consecuencias nefastas.


¿Es de los que siempre le da vueltas a todo lo que le ocurre? ¿Alguna vez no ha podido dormir porque no podía dejar de pensar? ¿Se ha dado cuenta de que su nivel de ansiedad se ha incrementado impidiéndole disfrutar del día?


Darse manija puede convertirse en su peor enemigo, por eso es importante que, desde hoy, conozcamos este terrible hábito en profundidad.
Pensar demasiado sin rumbo y sin razonar cuidadosamente en concordancia con la realidad le impide ver, elegir y/ o aceptar diferentes situaciones.
Las personas que se dan manija pensando cosas que en la realidad no existen, pasan mucho más tiempo en su mente que viviendo en el mundo real. Por nuestra naturaleza, ya pasamos mucho tiempo pensando porque es algo que no podemos evitar. Tener distinciones claras a cerca de como modelar nuestro sistema de ideas es altamente beneficioso.
No obstante, hay muchas personas que se refugian en sus pensamientos y viven verdaderas aventuras en su mente. ¿Qué ocurre en la vida real? ¿Qué ocurre cuando se dejan llevar por lo que está en su mente sin chequearlo?
Hay una emoción que cuando se instala de manera insalubre, como cualquier otra, hace mucho daño. El miedo. Pero, ¿de qué? ¿qué está indicando ese temor? ¿Cuál es su naturaleza y su sentido?


El acto de "darse manija" provoca, también, que continuamente se evite pensar en el presente. Se alborotan recuerdos del pasado y otras veces se sueña con un futuro tanto prometedor, como desastroso. Es factible que no se den ninguna de las dos categorías. ¿Qué sentido tiene esta conducta?
El acto de sumergirse en una vorágine de ideas sin control, se cobrará su precio, que se pagará en cuotas de sufrimiento y enfermedad.
A veces no nos damos cuenta, pero nos preocupamos por un sinfín de cosas a las que no deberíamos prestarles tanta atención. ¿Cuál será la causa?
¿Alguna vez ha revivido una circunstancia una y otra vez? Una frase que le ha dicho a un amigo o una situación de la que alguien ha salido enfadado. ¿Vuelve a ese escenario repetidas veces pensando en otro tipo de salidas que podría haber tenido?.
No obstante, de nada sirve revivir el pasado, pues es inmodificable. Como dice el adagio:"Lo hecho, hecho está".
Por eso, regodearse en pasado es inútil. Lo inteligente es mirar hacia el presente y seguir adelante.


Es muy interesante reconocer los límites propios, y saber pedir ayuda. Pienso que todos los seres humanos deberían hacer análisis en un espacio terapéutico profesional. Hoy en día, hay disponible una gama nutrida de posibilidades que permiten abordar nuestros quiebres para poder ante todo entenderlos y luego elegir que queremos hacer con ellos. En este sentido las sesiones de Coaching son una herramienta valiosa. De un modo u otro, siempre nos tendremos que hacer cargo de nuestras elecciones.


Si siempre está dando vueltas, arremolinándose en toda su vida, todas sus interacciones o todos los pasos que da, es el momento de parar de hacerlo porque es una exageración que trae “dolores de cabeza”.
Si necesita ayuda, es muy bueno reconocerlo y pedirla.

Puede hablar con alguien de su confianza y evitar los divagues sin sentido. Compartir y escuchar otras ideas, otros puntos de vista.

Escribir un diario puede ser muy beneficioso para desahogarnos y expresar lo que sentimos. Es una forma de mapearnos creando un testimonio que nos ayuda a cotejar lo que percibimos. Es una perspectiva diferente.

Hacer ejercicio físico, sobre todo aeróbico, es de gran ayuda para canalizar la energía de manera positiva y saludable•
Es importante tomar conciencia y aprender a decir  “Stop”.
Los límites son contenedores apropiados para evitar la desmesura. Pida ayuda a un profesional cuando considere que la necesita. Amarse a uno mismo es aceptarse, tolerarse y aprender a ser feliz con lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nosotros mismos, de los demás y del entorno.


Cynthia Grinfeld – Life Coach

jueves, 18 de agosto de 2016

 Volver a Empezar por Cynthia Grinfeld - Life Coach

A lo largo de los años, vivimos experiencias que posiblemente nunca imaginamos.
Deseamos algo y pensamos que podemos proyectarlo, arrobados de fe y entusiasmo, con la ilusión de que lo que queremos en ese momento se cumplirá, como si las leyes de causa y efecto estuvieran a nuestros servicios según nuestra lógica.
Noticia: no es así. Las cuestiones de causa y efecto nos exceden. No hay lógica para determinadas consecuencias o para determinadas causas.
Las cosas, simplemente ocurren. No por arte de magia. Hay un complejo sistema de coincidencias de gran cantidad de factores que no alcanzamos siquiera a percibir, y otros que directamente ignoramos. Nos manejamos con la ilusión de que lo comprendemos todo, de que somos capaces de conocer al mundo que habitamos y que de alguna manera absurda podemos dirigir nuestra vida en un ciento por ciento.
Así, nos topamos con pasajes y obstáculos tanto como sorpresas y alternativas que no habíamos concebido nunca. Nos sorprendemos, nos frustramos, nos asombramos, nos resignamos, nos enojamos, nos enamoramos y la vida sigue avanzando más allá de nosotros mismos.
Caminamos acompañados por la constante presencia de nuestras emociones que se encargan de apuntalarnos o de hundirnos en los más sombríos pensamientos, llevándonos al fatalismo.
Nos volvemos exagerados, vehementes, víctimas, rebeldes, y no sabemos como recuperar el estado de equilibrio, de paz y de alegría.
Alegría no es felicidad, pero es una excelente alternativa que ayuda a construir momentos felices.
Pasamos una vida, esta vida, la que tenemos, entrando y saliendo de lugares, cuando tenemos un espacio para habitar con todas las comodidades que necesitamos y que se llama, conciencia.
Tejemos muchas ideas, porque la imaginación nos ayuda a generar escenarios diversos. Algunos son muy divertidos por cierto. Otros rayan en lo ridículo, como en los casos de extremo narcisismo u omnipotencia.
Somos muy vulnerables y fascinantes al mismo tiempo. Conocernos nos lleva mucho tiempo. Un tiempo que a la vez nos mueve entre lo urgente y lo importante y la tarea de discernirlo, para no actuar en piloto automático como si fuésemos un robot.
Somos seres humanos y es hora de tomar conciencia de que respiramos y que cada día es un regalo que el Universo nos da, es algo que no hemos alcanzado a valorar. ¿Vemos la generosidad que se nos entrega cada día?
Pero… entre tantas idas y venidas, hay una posibilidad cierta y concreta. La de tomar conciencia plena de quienes somos y quienes queremos ser. Cómo queremos actuar y que creencias vamos a sostener para dirigir nuestros actos. Podemos elegir como hablar y que decir. De que forma hacerlo. Podemos estar en silencio y pensar. Pensar es una actividad muy útil, que pocas veces se practica a conciencia. Además es saludable y agradable.
Tal vez se trate de ir más despacio y saber que nadie tiene asegurado el mañana. Que nadie tiene garantías de que tal acto va a traer tal consecuencia. Ya que eso no existe. Hay personas que hacen de todo para que les vaya bien y no alcanzan a ver el resultado en la medida de sus esfuerzos. Otras, que sin tanto ahínco logran más de lo que imaginaron. ¿Por qué sucede esto? Porque en realidad, hay mucho de lo que no sabemos, y porque somos seres limitados por nuestros sentidos que además nos engañan.
Sólo asumiendo humildemente, nuestra condición humana, podremos comenzar a pensar en la reparación de nuestra propia existencia y en la de nuestro prójimo.
Por eso, como dice Lerner. Volver a empezar. Poner lo mejor de cada uno y alejarse de las expectativas y de los juicios. Simplemente razonar con los lóbulos prefrontales (LPF) y ser más comprensivos y tolerantes.
¿A quién creemos que juzgamos cuando opinamos? La prudencia es una virtud a tener en cuenta a la hora de elegir. Perseverar y volver a empezar, volver a empezar cada vez con mejores intenciones y más conciencia de que se puede compartir un planeta en paz y con alegría.