lunes, 28 de febrero de 2011

Decir gracias

La práctica del agradecimiento trae grandes beneficios para la salud emocional. Psíquicamente y espiritualmente, nos vemos fortalecidos ante la presencia vitamínica de la gratitud. 
Nuestro físico se tonifica y los músculos se disponen a un accionar placentero y eficiente. 
Esto que dicho así, parece un axioma, es lo que pienso después de años de estar investigando en el comportamiento de las personas.
Es curioso que cuando se trata de criticar, emitir quejas o juzgar, todos somos expertos y capaces de hablar durante horas, pero al momento de reconocer nuestros logros y ser agradecidos con la vida, generalmente somos muy tacaños. 
Decimos "gracias" como una mera formalidad, pero no siempre lo sentimos como algo genuino.
Es primordial para nuestra buena salud en todas las áreas, agradecer, agradecernos cada día, nuestra propia existencia aún con todos los cuestionamientos existenciales que podamos tener en nuestra cabeza.
Es impresionante la cantidad de energía invertida en sabotearnos y criticarnos, eso nos mantiene estacionados en un nivel de vitalidad bajo cero. Pero no nos damos cuenta que estamos desperdiciando oportunidades de oro cada vez que estamos ante algo positivo y omitimos su reconocimiento. Nos resulta más fácil, y hasta hemos sido educados para eso, quejarnos, protestar sin hacer, amargarnos la vida y enfermarnos. Pareciera que todas estas acciones fortalecen las mismas heridas que las provocan, llevando a las personas a círculos viciosos de ingratitud, de falta de amor y de pobreza de pensamiento.
La vida no es sencilla, pero es maravillosa, y deberíamos agradecer cada día que transitamos, porque es una posibilidad que el universo nos da, para ser mejores y superarnos a nosotros mismos.
La gratitud es una llave maestra que abre caminos a relaciones cordiales.
Ser amable, hace bien. Otorgar un sonrisa y decir gracias, son dos aliados a la hora de acercarse a otro ser humano.
A todos nos gusta ser reconocidos. 
Expresar gratitud por un acto de amabilidad beneficia a ambos, al que da las gracias y a quien las recibe; aun cuando sean extraños, aun cuando la acción haya sido tan pequeña como ceder el paso, ofrecer el asiento en el colectivo, etc.
Las personas son capaces de crear un espacio de valoración mutua, un puente de reconocimiento, un vínculo que va tejiendo un entramado social más positivo y constructivo.




Las escuelas tendrían que ser grandes semilleros en donde además de enseñar las materias habituales, enseñaran a padres e hijos a practicar la gratitud.
Los chicos de hoy, toman cosas sin conciencia y mal aprenden a tomar como natural, hechos que además invitan al agradecimiento.
Está de moda el pedir de manera demandante, el conceder sin pensar, y regirse por el temor, en lugar del que sea el amor la brújula que guía.
Hoy en día, el agradecimiento, la toma de conciencia, la humildad, son valores que hay que cultivar para procurarnos alivio y calidad de vida, en una sociedad que está estresada por la inseguridad, el aumento de los precios y la falta de educación y trabajo.
No sé por qué nos enseñaron a asociar la gratitud con la debilidad,  quizás para mantener al otro en calidad de "inferior" y no tener que respetarlo como un igual. A ciencia cierta, no tengo una sola respuesta, lo que sí sé es que la gratitud nada tiene que ver con la debilidad. Es como si dijéramos que alguien es débil porque se da la oportunidad de amar.
He llegado a ver personas que tienen vergüenza de decir gracias! cosa que me parece penosa.
Las palabras son vehículos para expresar sentimientos. La palabra gracias tiene una dimensión extra-ordinaria, cuya onda expansiva se propaga a lo largo del tiempo.
Cuando se comprende que gratitud, es sinónimo de amor, de misericordia y también de perdón, la vida se vuelve más dulce. No dejamos de tener problemas; ni nosotros ni los demás; pero no relacionamos entonces con una dosis mayor de empatía, en donde crecemos para ser más comprensivos.

¿Nos gusta escuchar gracias cuándo viene de otro hacia nosotros?¿Cuántas oportunidades tenemos para ejercer la gratitud, las hemos contado? ¿Qué esperamos para comenzar a agradecer desde ya todo lo que tenemos y lo que nos falta? Sí lo que no tenemos también. Eso nos ayudará a seguir perseverando en nuestros objetivos.

¿Cómo es la gratitud? La gratitud no es algo efímero. Es un punto de luz que ilumina al que la emite y a quien la recibe.
Y como tal, nos eleva en nuestra calidad de ser persona en el mundo.
La gratitud nos contacta con la savia de la naturaleza y con las arterias de nuestros pares, porque todos somos humanos, y a todos nos gusta que nos traten bien.
En el decir gracias, nos reconocemos como lo pequeño que somos. Polvo cósmico. Mortales. Ocupamos apenas un tiempo y un espacio y lo compartimos con otros, con la naturaleza, con nosotros mismos y con el universo entero.


Suelo decir a mis consultantes que lleven un diario y que anoten todas las cosas que tienen que agradecer y agradecerse.
Es un ejercicio muy beneficioso. Uno que practico a diario antes de dormir, es pensar en tres cosas positivas que hayan pasado en el día y al levantarme al día siguiente volver a recordarlas.
La disponibilidad energética aumenta, cuando conectamos nuestra conciencia con la abundancia y la prosperidad. Cuando agradecemos de todos los recursos y las ideas que cada jornada ofrece.
No vivimos solos en una isla de ego. Eso sería sumamente angustiante y cruel.
Vivimos con otros. Eso ya es un motivo para agradecer. Nos miramos para adentro y nos podemos empezar a reconocer en las actitudes de otras personas que son parecidas, que coinciden, que difieren  o que son muy distintas. Todo eso es para agradecer y cultivar, porque hay infinitas formas y posibilidades y de llegar al mismo lugar.

La gratitud nos vuelve entonces tolerantes. Pasamos de ser críticos a ser comprensivos. Juzgamos desde otro lugar. Todos emitimos opiniones. Y no se trata de no hacerlo sino de ser bondadoso y agradecido a la hora de emitirlas. Bajar el pulgar es muy fácil y a lo largo de la historia, ha costado vidas.

Sucede a veces que no entendemos a otros. A  veces ni siquiera a nosotros mismos y es ésa falta de comprensión la que opaca nuestra capacidad de agradecer. No hay una forma de hacer las cosas. Hay infinitas y la nuestra ni siquiera es la mejor. Abrirse al aprendizaje, a la observación y agradecer profundamente a quien nos muestra algo que podemos ver.

Vivimos en un mundo relacional, en donde todos hacemos un esfuerzo porque las cosas nos lleven a un lugar de felicidad. Practicar la gratitud también implica reconocer y vivir el presente, agradeciendo la diversidad como una oportunidad de aprendizaje.

Cuando mis niños eran pequeños, jugábamos a decir las dos palabras mágicas: por favor y gracias.

Nada nos cuesta agradecer a los demás por su amabilidad (aunque sea su trabajo, vaya), por su atención, por haber sostenido la puerta para que pasáramos. Todos lo hemos experimentado: un pequeño pero auténtico "gracias" es tan poderoso que puede cambiar el día o la vida de alguien.

Practiquemos constantemente dar las gracias de todo corazón, por aquello que lo merezca. La gratitud tiene dignidad. No es un acto vano, por lo que otorgarlo es todo un ejercicio. Se trata de pensar y darle la calidad que tiene.

Valorar cuando la gratitud viene hacia nosotros. A veces de parte de otros, a veces de parte de nosotros mismos. Se trata de VER, y de no repetir como autómatas sino de sentir.
Cuando alguien agradece y valora nuestro esfuerzo, está renovando el sentido a los pequeños actos cotidianos; muchos de ellos son "obligaciones" laborales o tareas domésticas, pero es importante renovar su significado día tras día, de otra manera terminamos por sentirnos desmotivados y nos dolemos.



Para terminar estar nota, quiero citar a Louise Hay y a la oración que escribiera, "Gratitud". Gracias a todos por estar! 


En el fondo del centro de mi ser hay un pozo infinito de gratitud. Lleno mi corazón, mi cuerpo, mi mente, mi conciencia y todo mi ser con esta gratitud, que sale de mí en todas direcciones, llega a todo lo que hay en mi mundo y vuelve a mí en todas direcciones, llega a todo lo que hay en mi mundo y vuelve a mí en forma de más cosas por las que sentirme agradecida. Cuanta más gratitud siento, más consciente soy de que la provisión es infinita. Expresar mi gratitud me hace sentir bien, es como un agradable calorcito en mi vida.
   Estoy agradecida por mí y por mí cuerpo. Agradezco mi capacidad de ver y oír, de sentir, saborear y tocar. Agradezco mi casa y cuido amorosamente de ella. Doy gracias por mis familiares y amigos y disfruto de su compañía. Agradezco mi trabajo y en todo momento le doy lo mejor de mí. Agradezco mis talentos y capacidades y los expreso constantemente de maneras que me satisfacen. Doy gracias por mis ingresos y sé que prospero adondequiera que vaya. Agradezco mis experiencias pasadas porque sé que forman parte del crecimiento de mi alma. Agradezco la naturaleza entera y respeto a todos los seres vivos. Doy gracias por el día de hoy y por todos los mañanas que han de venir.
                                         Siento gratitud por la Vida
                                                 ahora y siempre


domingo, 20 de febrero de 2011

No darse por vencido




A veces sentimos cansancio, angustia, y una tristeza existencial, que es producto de una fatiga mezclada con frustación.                                                                                                                                                                                          Es difícil sobreponerse para quien se queda en una actitud autocompasiva, lamiéndose las heridas.Llorando  amargura y juntando furia.

Es aquí en donde se trata de seguir y pegar el salto al escalón ascendente que sigue. No dejarse vencer por la angustia, que viene de lo angosto, de lo que me asfixia. Aquello que no me deja respirar y me descentra.

Entonces la vida invita al "des-ahogo" permitido y misericordisamente consesuado con nuestro yo, y con nuestras creencias, se llora para enjuagar el alma herida, y se deja correr agua salada para ayudar a cicatrizarla.

El alivio llega y es el momento de recobrar las fuerzas y empujar la roca cuesta arriba, hasta llegar a la cumbre, porque con cada empujón, no solamente nos acercamos más, sino que los músculos se fortalecen y el espíritu se revitaliza, permitiendo que el aire de las alturas llene de nuevo los pulmones.

 Imagina que estás en un paraíso en el que sólo hay herramientas y libros espirituales. Podrías estar estudiando cada día, haciendo todas las conexiones y las meditaciones perfectamente, sin estrés y sin tener otros quehaceres. Suena idílico, ¿verdad? 

Pero si no estamos haciendo algo para llamarnos  a nosotros mismos al desafío, no estamos haciendo nada realmente. Hay relativamente poco crecimiento o Luz siendo revelada. 
Si nos sentimos como si estuviéramos corriendo sobre una rueda de molino espiritual, eso es exactamente lo que estamos haciendo.
Parecería  la imagen de  un hámster enjaulado que corre sobre una rueda que gira sobre sí misma, engañado por una rueda que no avanza. 

Hay un libro que habla de este tema, titulado There's No Traffic on the Extra Mile (No hay tráfico en la milla adicional). Su autor, Rickey Minor, fue el director musical del programa televisivo American Idol. En referencia a llegar a lo más alto, dice: “Lo que crea la diferencia crucial es tu empuje para hacer la milla extra... Cuando dejes a todo el mundo atrás, te preguntarás por qué hay tan pocas personas dispuestas a hacer el esfuerzo adicional”. La milla adicional es lo que hace que el viaje valga la pena. 

Hay muchas personas en este camino que no van hasta el final y se estancan en el supuesto refugio de la pena justificada, del cansancio real. Cuando uno emprende algo, un proyecto nuevo de la índole que sea, al principio es divertido; las cosas fluyen; se ve la Luz; entonces... se encuentra una pared. Y ahí ya no se  siente la misma emoción que sentía inicialmente al compartir, hacer restricción y comportarse proactivamente. ¿Cuántas personas atraviesan esa pared? Una de cada mil. 

Cuando abandonamos en la milla adicional, abandonamos toda la energía del trabajo que hemos realizado hasta ese momento. El esfuerzo debe continuar. La elección es de cada uno, en libertad. No hay obligaciones, hay deseos.

No siempre se trata de los resultados, el tiempo o la importancia de lo que estamos haciendo. Se trata de expandir nuestra conciencia en relación a cuáles son nuestras limitaciones personales. 

¿Cómo sabemos si estamos recorriendo la milla adicional? Sentimos que hemos dado todo lo que podemos, pero damos más. Requiere un esfuerzo, al menos un poco, si no es que mucho. Puede que incluso duela. 

 ¡Recorre la milla adicional! Y aún hay más. Piensa en alguien que te inspire con sus logros. Pregúntale o investiga sobre esa persona, y averigua cómo logró vencer sus propias limitaciones. Te aseguro que recorrer la milla adicional es un ingrediente vital para alcanzar el éxito, sea cual sea tu definición de éste. 
Que tengas una vida feliz y llena de amor y paz.