viernes, 31 de mayo de 2013

Mirarse en el espejo y darse lo mejor de sí mismo

Nos vemos cómo realmente somos? Hay un refrán que dice que es mejor dudar de nuestras percepciones manteniéndonos fieles a lo que nuestros sentimientos indican.
¿Qué sentimos por nosotros mismos cuándo nos miramos reflejados en el espejo?
¿Somos capaces de brindarnos elogios y palabras de afecto? O nos miramos con desdén sin saber como maquillar la expresión diaria?
Si pudiésemos estar atentos a que nosotros somos únicos e irrepetibles y que cada uno de nuestros problemas o avatares de la vida, no son otra cosa que la cristalización de acciones sobre las cuales no tenemos registro, pero de las cuales somos autores responsables, nuestra impresión hacia nosotros mismos cambiaría.
Es probable que pudiéramos expresarnos cosas de mejor calidad como misericordia, comprensión, consuelo y aliento en lugar de juicios y críticas.
Muchas veces labramos nuestra autoestima, con cinceles más que con pétalos de rosa.
Tener una autoestima baja puede llegar a afectar diferentes dimensiones de nuestra vida. Se convierte en un problema y dejamos de sentirnos a nosotros mismos como seres humanos. Nos confundimos en nuestra interioridad. Hay personas que llegan a perderse en sí mismas, sufriendo de manera angustiosa el desprecio por sí mismos y generando respuestas de distancia en el entorno. Si como persona no te sientes lo suficientemente valiosa, puedes llegar a experimentar dificultades en tu profesión y tu trabajo, en tu relación de pareja, en la crianza de tus hijos, la interacción social y hasta problemas de la imagen corporal. El ejercicio del espejo nos ofrece instancias por las cuales pasar para llegar a un puerto fértil de verdadera autoayuda.





Aprenda a retener el silencio entre sus manos. Respire con profundidad y conciencia, pensando en silencio, mientras sus voces internas se acallan para dar lugar a un estado de sinceridad introspectiva. Nuevas expresiones se pueden acomodar en las ideas y simplemente tratar de hablar dejando escuchar la voz amable que diga, aquí estoy. Aquí estoy para ayudarme. Para resaltar mis cosas buenas y tomarlas como bendiciones. Para aceptar mis errores y analizarlos. Sin culpa, pero con responsabilidad.
Para pedir sinceras disculpas, dándome una oportunidad para repararlos y perdonarme por haberlos cometido.
Para poder pensar en otros a los que puedo haber herido o que pueden haberme herido. Pensarlos en paz, con paz y con la aceptación plena de mi ser perfecto y austero. Equilibrado y emocionalmente inteligente y capaz.

El hábito de mirarnos en el espejo como ejercicio para verse mejor, trae consecuencias interesantes.

Recordemos que
 la autoestima es una combinación de ideas y de percepciones que tenemos de nosotros mismos, lo cual se manifiesta en nuestra imagen y nuestros comportamientos. Cuando se nos dice que es importante tener una autoestima alta, debemos tener presente que no se trata de volvernos arrogantes o engreídos. Mantener una autoestima alta es un aspecto muy importante en la salud de cualquier persona, y de eso se trata este ejercicio.
Si al principio te parece un poco extraña la manera en que se desarrolla el ejercicio del espejo, no te preocupes, de seguro que no eres la única persona que se siente de esta manera. Sin embargo, después de un tiempo de realizarlo, puedes empezar a notar rápidamente una mayor confianza en ti, así como aprender a estimarte y valorarte más como persona.
Vuélvete familiar contigo mismo.
Escoge un momento del día en el cual tengas privacidad y párate de frente al espejo. Deja cualquier tipo de inhibición y no te preocupes por lo que  otros pensarían si te vieran haciendo esto. Es un momento para mirarte directamente a los ojos en el espejo, primero en silencio, sin miedo a mirarte honestamente y sin máscaras. Es el momento de apreciar tu humanidad y de ver como eres mientras respiras. Intenta hablarte con tu mayor dulzura, siendo cómplice y testigo de ese momento de compañía y franqueza. Puedes repetir algunas frases que todos necesitamos escuchar. Puedes poner música, puedes orar, puedes llorar, puedes hacer libre y amorosamente lo que te haga sentir bien, lo que te alivie. Lo que te brinde energías para seguir adelante en tu vida.   


Si estás teniendo problemas con tu imagen corporal, repítete a ti mismo que eres quien eres, con tus características únicas e irrepetibles que hacen que no existan dos personas iguales a vos. Para qué prestar atención a los comentarios negativos que has escuchado de otras personas? Esas personas se harán cargo de sus juicios o no, pero lo que cada uno opina, habla más de uno mismo que de los demás.
Si estás teniendo problemas en el trabajo, se  una buena escucha para vos mismo, con el afán de comprenderte. Es un ejercicio interesante, ser piadoso con uno mismo. Saber que eres capaz, que tienes la capacidad de auto-realizarte en tu profesión u oficio, que los obstáculos que estás pasando son simplemente oportunidades para dar lo mejor de vos mismo. Si surgen problemas en tus relaciones interpersonales, bienvenido al mundo humano! todos tenemos encuentros y desencuentros con nuestros congéneres. Todos cometemos errores, pero no en todos habita la capacidad de perdonar o de aceptar las circunstancias tal como se van dando. 
Repite las frases que te hagan sentir bien. Trata de entenderte y de ir conociéndote desde esta perspectiva que te devuelve a la vida con crecimiento. Dí lo que creas que es necesario que escuches, como que eres una persona buena, alguien que merece lo mejor de la vida. Piensa que las cosas que te suceden son instancias para que madures y aproveches tu existencia. Todo es valioso. Desde verte con tu sensibilidad, con tu inteligencia y con tus límites humanos. Aceptate tal como estás siendo y si hay algo que te gustaría cambiar, trabaja a conciencia para lograrlo. Y, por supuesto, practica decirte a ti mismo que te amas y que te valoras.
Trata de hacer de este ejercicio un hábito. Verás que a veces lo que se necesita para empezar a valorarse más a uno mismo es tomar pasos consistentes y crear hábitos que nos ayuden a apreciarnos más como seres humanos.
Recuerda, que eres la principal persona que puede ayudarte a estar mejor.
Mirarse en el espejo es un acto de profunda intimidad, y es una gran oportunidad de ayudarse a estar bien. Es una ocasión para dialogar con uno mismo, escucharse y comprenderse. Sin juicios. Con amor.