martes, 6 de noviembre de 2012

El milagro del abrazo


 Los hay entre hombre y mujer; entre padre e hijo; entre amigos. Puede significar amor, pasión, contención, simplemente cariño, o compasión. Lo cierto es que el abrazo es necesario, nos hace bien. Y las preguntas surgen, inevitables: ¿es una simple trasmisión de emociones, en la que el contacto físico se impone, o es un complejo proceso químico que nos despierta diferentes sensaciones?  ¿Qué rol ocupa el otro? ¿Cómo percibimos, nosotros, su significado?  
“El abrazo es una conducta fraternal, de ternura o de amor, que activa la función del apego, además de inhibir la ansiedad social que produce la existencia de otro. El contacto de los cuerpos incrementa sentimientos agradables de cariño, pasión, alegría, altruismo o incita el deseo sexual”, explica el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra, psicoterauta y sexólogo.
¿Por qué los necesitamos?
Que los abrazos son fundamentales es indiscutible. Y lo son en todas las etapas de nuestra vida. Estudios científicos realizados con bebés y niños pequeños sostienen que la ausencia de contacto físico no solo genera la muerte de neuronas en sus cerebros sino que, también, impide la producción de una cantidad suficiente de hormona del crecimiento dando lugar a un problema que se conoce como “enanismo psicosocial”. Como si esto fuera poco, otras investigaciones recientes revelan que los cerebros de los bebés que no son acariciados son un 20% más pequeños que los de los que sí son cuidados con gestos afectuosos.
Pero a medida que los años pasan seguimos necesitándolos. Y, tal vez, aún más. “Se ha comprobado que durante el abrazo se liberan hormonas reductoras del estrés y potenciadoras de bienestar y placer. La oxitocina (conocida como “la hormona del amor”) tiene el beneficio de disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés), por lo tanto, baja la ansiedad, relaja, atenúa las preocupaciones, disponiendo los cuerpos para el encuentro”, detalla Ghedin.
El erotismo del abrazo
La oxitocina interviene en todo tipo de apego o unión física. “En el área sexual se libera durante el juego previo, la  estimulación genital, la eyaculación y el orgasmo. Es una hormona que ayuda a tomar la iniciativa y dispone el cuerpo y las emociones a la experiencia erótica”, dice el profesional. Y agrega: “Se ha comprobado, además, que ayuda a “olvidar” las conductas de aversión, favoreciendo al encuentro sexual en personas fóbicas o temerosas”. El ritmo de secreción diario de esta hormona tiene picos bajos durante la mañana y se incrementa durante la noche.
Además, “el abrazo libera también endorfinas, que son péptidos secretados por la hipófisis ante diferentes estímulos. Ellas son potentes analgésicos y potenciadores de los centros del placer. Se incrementan con las caricias, el juego erótico, la risa, la eyaculación y el orgasmo y producen sensación de bienestar”, detalla el doctor Ghedin.
Necesarios, esenciales en el encuentro con el otro, más allá de los procesos químicos y hormonales que desencadenan, los abrazos son transmisores de amor y afecto. 
Abrazá y dejate abrazar.
  

lunes, 29 de octubre de 2012

La felicidad




Cuestionario

  1. ¿Qué es la felicidad  para usted?
  2. Clasificaría a la felicidad en  tipos o categorías? De ser así, cuáles serían y por qué?
  3. La felicidad puede ser relacionada con…………..
  4. Cómo puede relacionar placer y felicidad?
  5. Qué es lo que la hace sentir felicidad?
  6. Qué cosas lo privan de felicidad?
  7. Qué ocurre en ausencia de la felicidad?
  8. Cómo piensa que se puede hacer para mantener un estado de felicidad?
  9. Hay alguna receta para la felicidad?
  10. Quién está contento y por qué?
  11.  Lea es siguiente artículo de Michael Fordyce  y escriba sus conclusiones.


 

 Es acaso la felicidad un juego?

 

 For several decades, Harvard Laboratory of Adult Development has chronicled the lives of hundreds of men from adolescence through adulthood for "an unprecedented database of life histories with which to view the dynamic character of the aging process." Designer Laura Javier took ten of those cases and visualized them in the Elements of Happiness. 


Educación para la felicidad
Michael W. FORDYCE [1]
Edison Community College (EEUU)
Traducido y adaptado del inglés por Pierre Cousineau
Traducción realizada por Juan José Noaín
Resumen
¿Puede un programa de formación aumentar la felicidad personal? Las investigaciones demuestran que la respuesta es afirmativa. El presente artículo describe las estrategias basadas en los catorce rasgos fundamentales de la felicidad.
Palabras clave: felicidad, educación, formación, intervención.
¿Se puede enseñar la felicidad? El presente artículo nos indica que así es y, para demostrarlo presenta una vista global de las investigaciones que han revelado determinadas vías posibles. Si la felicidad vital viene determinada, a cualquier nivel, por ciertas características de la personalidad, de una elección o de una actitud susceptibles de ser modificadas mediante el aprendizaje, resulta entonces razonable pensar que la felicidad se puede aprender. Los investigadores interesados en la posibilidad de educar para la felicidad, se plantean tres preguntas. Primero: ¿Podemos identificar algunos rasgos característicos de la gente feliz, rasgos que podrían ser transmitidos y enseñados a otras personas? Segundo, ¿Pueden estas personas aprender a desarrollar esos rasgos? Y tercero: si así lo hicieran, ¿Serían efectivamente más felices? Inicié mis investigaciones acerca de la posibilidad de aumentar la felicidad hace varias décadas. En una primera publicación, en la que se incluían tres estudios (Fordyce,1977), se utilizó, bajo diferentes condiciones, una serie de estrategias para aumentar la felicidad; todas esas estrategias resultaron ser capaces de aumentar el nivel de felicidad de los sujetos implicados en la experiencia. Poco después, Lichter, Haye y Kamman (1980) demostraron que se producía un aumento de la felicidad utilizando procedimientos similares. En un artículo posterior (Fordyce,1983) yo mismo aportaba 4 estudios suplementarios que habíamos llevado a cabo con éxito (incluido un estudio que comprendía un seguimiento de un año de duración). Posteriormente, Kowal (1986) (estudiando pacientes enfermos de cáncer atendidos en régimen externo), Wade (1993) (estudiando profesores de secundaria) y yo mismo (Fordyce, 1994) en 5 de mis investigaciones más recientes (consistentes en comparar aulas de secundaria que hubieran recibido una educación para la felicidad con aulas de la misma edad en la que no habían recibido dicha formación), encontramos resultados significativos en aquellos alumnos que habían sido educados para lograr  la felicidad.
programa de formación para la felicidad
En efecto: si existen ciertos rasgos comunes en la gente feliz que los demás podríamos aprender, ¿Cuáles son y cómo podemos instruir a los demás para que sean capaces de enseñarlos? Una lectura rápida de los datos recogidos sobre la felicidad indica que tal eventualidad es remota; muchos de los datos recogidos hasta ahora parecen asociar la felicidad con el éxito, la clase social, la buena salud, la armonía familiar, el status ocupacional, las condiciones económicas y políticas, los ingresos, el nivel de instrucción y, finalmente, como dato más abrumador, se asocia a factores genéticos, de modo que es difícil modificar en una persona, de manera significativa, la mayoría de esas variables. Sin embargo, al cabo de los años, han ido apareciendo con regularidad determinadas características vinculadas al logro de la felicidad; características que siempre me han parecido adecuadas para usarlas como base de investigación para una eventual educación para la felicidad.
A partir de mis propias investigaciones y de lecturas de documentación científica he identificado 14 rasgos asociados a la felicidad, que llamaron “los catorce rasgos fundamentales de la felicidad". El presente artículo describe cómo yo los he ido incorporando a mi propia enseñanza. Cada uno de esos rasgos fundamentales está basado en varios estudios;  sin embargo, y por restricciones de espacio, he decidido excluir de este artículo todas las referencias a esos estudios (en la mayoría de los casos, hubieran sido necesarias docenas de referencias y, en el ámbito de la investigación sobre la felicidad, casi todo lo que sigue se acepta como elemento de base). De todas formas, para aquellos lectores especialmente interesados, existe documentación detallada sobre cada uno de los apartados siguientes (Fordyce,1996).
La formación se basa en un principio esencialmente sencillo: si uno puede ser como es la gente feliz, podrá también ser feliz. En nuestros esfuerzos educativos, adoptamos un punto de vista cognitivo y del comportamiento. En el plano cognitivo, no sólo indicábamos a nuestros alumnos las tendencias generales halladas en la documentación científica sobre cada uno de esos rasgos fundamentales; también discutíamos, a un nivel más teórico, acerca de por qué esas características contribuían a lograr la felicidad. En el plano del comportamiento, conjugábamos una variedad de técnicas y estrategias pertenecientes a terapias cognitivas y del comportamiento, pensando que podían ayudar a nuestros alumnos a incorporar cada rasgo fundamental a su vida.
Lecciones introductorias
La formación se inicia con una breve revisión de los conocimientos básicos sobre la felicidad. Los cursos versan sobre la definición de la felicidad, su significado y su importancia en la vida; se lleva a cabo una breve revisión de la historia y de la metodología en la búsqueda de dicha felicidad; se abordan los factores demográficos y socioeconómicos comunes asociados a la felicidad y se termina con una discusión sobre mitos usuales y percepciones erróneas existentes sobre la felicidad. Además, habitualmente se ofrece a los estudiantes la oportunidad de evaluar su propio nivel de felicidad por medio del "Psychap inventory" (Fordyce,1996) o mediante otros cuestionarios similares, con el objetivo de promover en el alumnado la personalización y la motivación durante su proceso de formación. Tras todo ello, se revisan por encima los catorce rasgos fundamentales asociados a la felicidad y posteriormente se estudia cada uno de los rasgos de un modo exhaustivo.
Rasgo fundamental 1: ser mÁs activo y permanecer ocupado
El rasgo fundamental 1, "ser más activo y permanecer ocupado", se basa en numerosos estudios que muestran que la gente feliz se encuentra activamente implicada en la vida. Según esas investigaciones presentadas a los estudiantes, las personas felices llenan sus vidas de actividad y, lo que es aún más importante, pasan mucho más tiempo que la mayoría de las demás personas realizando tareas que les parecen agradables y entretenidas.
En el plano conceptual, este primer rasgo fundamental pone de relieve que una vida activa parece generar más felicidad que una vida pasiva, lo cual viene a acentuar los contrastes existentes entre la vida llena, activa y placentera, propia de la gente feliz, y la vida tensa y crispada de la gente infeliz, o incluso la vida inactiva y aburrida de algunos otros. El estilo de vida feliz se describe, tal y como ha ocurrido a menudo en la documentación científica, con términos como "implicación", "inversión" y "energía".
Posteriormente, la discusión versa sobre los tipos específicos de actividad normalmente asociados en la investigación al aumento de felicidad. Concretamente se presentan como principios básicos cinco tipos de actividad, obtenidos de la investigación: 1) Las actividades agradables generan más felicidad que aquéllas que no lo son;
2) Las actividades excitantes que requieren esfuerzo físico, parecen generar más placer que las actividades sedentarias y tranquilas;
3) Las experiencias nuevas tienden a procurar más felicidad que las experiencias habituales;
4) las actividades sociales producen mayor felicidad que las solitarias;
5) una iniciativa significativa resulta ser más satisfactoria que los entretenimientos triviales.
Se solicita a los estudiantes que elaboren unas listas de actividades que incluyan esos criterios, y se les invita a que incorporen algunas de ellas a su rutina semanal. El examen de esas listas resulta también muy útil ya que los estudiantes se dan cuenta de que la mayoría de las "actividades que les hacen verdaderamente felices" son gratuitas o "muy poco costosas", aparte de ser actividades que se pueden realizar tantas veces como uno quiera. De manera general, se puede resumir este rasgo fundamental con el siguiente principio básico: la felicidad en la vida parece depender directamente y en un grado importante del tiempo empleado en esas actividades agradables y placenteras.
rasgo fundamental 2: dedicar más tiempo a la vida social
Un dato sólidamente establecido en las investigaciones realizadas sobre la felicidad y la satisfacción de vivir es el de la importancia que tienen los vínculos sociales en la felicidad personal. En efecto, la mayoría de los estudios transmiten que una vida social satisfactoria es el mayor contribuyente en el logro de la felicidad.
La mayor parte de la repercusión de la vida social en la felicidad del individuo se refiere a relaciones cercanas e íntimas (tema que trataremos más adelante en otro rasgo fundamental), pero nos referiremos por el momento a la contribución de nuestras relaciones sociales cotidianas en el logro de la felicidad. Los estudios relacionados con este tema nos enseñan que la gente feliz demuestra un alto grado de participación en actividades sociales, tanto a nivel formal (organizaciones, clubes, asociaciones, etc.), como a nivel informal (amigos, vecinos, colegas de trabajo, familia extensa, etc.) y que esas interacciones contribuyen a crear sentimientos importantes de satisfacción, de mantenimiento y de pertenencia que se suman a su sensación general de felicidad.
La enseñanza en este caso es sencilla. Los estudiantes examinan la importancia que tienen las relaciones sociales en su felicidad y reciben sugerencias sobre el modo de aumentarlas, de incorporarse a asociaciones, de implicarse en actividades comunitarias, de organizar encuentros, de aceptar invitaciones, etc.. También se menciona que las dificultades sociales específicas, como puedan ser las relaciones amorosas problemáticas, se abordarán en algunos de los rasgos fundamentales siguientes.
Rasgo fundamental 3: ser productivo en un trabajo DESTACADO
En la investigación, la felicidad y la satisfacción de vivir se asocian a menudo con un trabajo destacado y una actividad productiva.
La enseñanza sobre este tema empieza por una revisión de la impresionante cantidad de investigaciones, pertenecientes al ámbito de las ciencias humanas, que muestran que la satisfacción de vivir puede estar vinculada a un empleo satisfactorio y, más concretamente, hasta qué punto la gente más feliz parece interesada y satisfecha con su trabajo. En el plano educativo, el razonamiento es bien sencillo: dado que la mayoría de la gente que trabaja en las sociedades industriales dedica el 80% de su tiempo de vigilia a trabajar, la elección de una carrera es crucial para la felicidad de toda una vida. Solemos llamar insistentemente la atención de los jóvenes estudiantes sobre la elección de una carrera, advirtiéndoles de que se tratará de una de las decisiones más importantes que tomarán respecto a su felicidad.
Más allá de esto, se discuten dos aspectos conexos encontrados en la literatura científica: la productividad y el sentido. La productividad aparece como una espada de dos filos: la felicidad queda generalmente asociada a épocas de productividad, mientras que, al contrario, incluso períodos breves de no productividad y de relajamiento de esas responsabilidades pueden conducir a la depresión. Por eso advertimos a nuestros estudiantes acerca de la importancia que puede llegar a tener una perseverancia constante en el cumplimiento de sus compromisos y objetivos para alcanzar la felicidad.
Por otra parte, los grandes pensadores han considerado el sentido, a lo largo de la historia, como un elemento crucial de la felicidad y así lo ha confirmado la investigación sobre la felicidad. La gente feliz sostiene que considera la mayoría de sus actividades como cruciales, gratificantes e importantes. Consideran que realizan contribuciones sociales, que progresan hacia objetivos importantes y que se desarrollan en el plano personal. Los más afortunados de entre la gente feliz son aquellos que hallan semejante sentido en su carrera. Algunos otros, esos mismos que no estimarían gratificante su trabajo (o la ausencia de éste), pueden encontrar sentido en actividades de servicio comunitario o en obras de caridad. Se ofrece a los estudiantes la oportunidad de realizar diversos ejercicios de auto examen, concebidos para ayudarles a dar forma a sus propios valores y a analizar el protagonismo del sentido en sus propias vidas.
Rasgo fundamental 4: organizarse mejor
Tal y como se lo presentamos a nuestros estudiantes, la investigación sobre la gente feliz ha mostrado a menudo que se organizan bien, que no dejan los asuntos para otro día, que son eficaces y que se planifican. Semejante capacidad organizativa no se manifiesta únicamente en su visión cotidiana de la vida, sino también en sus proyectos a largo plazo y en su sentido de la orientación en la vida. La gente feliz parece saber cuándo quiere irse y parece poseer costumbres organizativas que les permiten realizarlo.
Se enseña a los estudiantes a definir o perfeccionar sus objetivos a largo plazo en la vida, al tiempo que se les dota de estrategias obtenidas de estudios sobre la gestión del tiempo con el objetivo de eliminar el dejarlo para el día siguiente y organizar más eficazmente su rutina cotidiana.
Rasgo fundamental 5: dejar de agobiarse
Uno de los descubrimientos más importantes sobre la gente feliz es que se agobia mucho menos que la mayoría de la gente. Por eso, en nuestros cursos, presentamos la inquietud como el enemigo básico de la felicidad; se trata de la actitud que agota más la felicidad de la persona media. Los estudiantes son reiniciados en la interdependencia entre los conceptos de tiempo y de felicidad. Paralelamente a la discusión anterior (según la cual la felicidad de una persona es proporcional a la cantidad de tiempo invertido en una actividad placentera), el mensaje consiste ahora en que la felicidad de una persona es inversamente proporcional a la cantidad de tiempo dedicado a pensamientos negativos.
Como la inquietud cotidiana es la forma más corriente en que se dan los pensamientos negativos, se pide a los estudiantes que realicen un recuento diario de sus inquietudes. Tras varias semanas, el análisis del rasgo medio de las preocupaciones individuales suele demostrar lo siguiente al estudiante:
a)      que la mayoría de las inquietudes no se cumplen nunca y
b)      que la mayoría de las preocupaciones superan, a menudo, la capacidad de control de una persona. Ejercicios de este tipo tienden a demostrar la futilidad de las inquietudes.
Presentamos entonces técnicas de comportamiento, como la "sustitución de pensamientos" y el "ejercicio mental", como posibles vías para controlar las preocupaciones. Se enseña también a distinguir entre preocupación y planificación. Se propone un equilibrio entre una planificación adecuada y una inquietud mínima, equilibrio que favorece un porcentaje de éxito máximo en la vida y un mínimo de pensamientos desagradables y de coerción mental.
Rasgo fundamental 6: adecuar correctamente las expectativas y las aspiraciones
Esta lección versa sobre el papel representado por las expectativas cotidianas, así como por las ambiciones a largo plazo, todo ello en relación con la felicidad. La lección descansa sobre uno de los principios básicos de la psicología (principio confirmado por la documentación científica sobre la felicidad): nuestro grado de felicidad en la vida no descansa únicamente sobre lo que nos ocurre, sino también sobre lo que anticipamos. Teniendo en cuenta la investigación, centramos la atención del estudiante en cuatro puntos cognitivos específicos que demuestran de qué modo las expectativas, las aspiraciones y el éxito repercuten sobre la felicidad:
1. No organizarse por estar frustrado. Aquí subrayamos el dato más importante de la "teoría de las expectativas": expectativas demasiado elevadas rara vez se cumplen y desembocan, generalmente, en la decepción; en cambio, expectativas moderadas conducen a menudo a una satisfacción mayor de la prevista. Semejantes decepciones o satisfacciones poseen un efecto acumulativo sobre la evaluación de una persona en lo referente a su nivel general de felicidad.
2. Las culturas industriales sobreestiman el protagonismo que ejerce el éxito en la felicidad. Incluso aunque el éxito parezca incidir en el nivel general de felicidad, los estudios indican que su impacto (así como su efecto a largo plazo) es relativamente menor (especialmente cuando se le compara con otros factores más influyentes, como la calidad de la vida familiar y social). Las aspiraciones que ansían el éxito no parecen tan valiosas como pudiéramos pensarlo.
3. La mayoría de las culturas modernas consideran equivocadamente que la felicidad es el resultado de una vida exitosa y, dado que el éxito es algo que se alcanza tardíamente en la vida (y solamente después de años de sacrificio y de trabajo arduo), la mayoría de la gente, sin darse realmente cuenta, percibe la felicidad como algo que tuvieran que remitir para más tarde, en espera de que ese éxito finalmente se cumpla. La gente feliz no cae en esa trampa cultural; no espera en absoluto la oportunidad de ser feliz. Considera la felicidad como “una especie de viaje más que como un lugar al que arribar”. Indicamos, como nos ocurre a menudo con los rasgos fundamentales, que el secreto de una vida más feliz descansa generalmente en el presente y no en un futuro incierto y continuamente pospuesto.
4. La gente feliz logra lo que quiere porque quiere aquello que es capaz de lograr. La evidencia muestra que la gente más feliz es aquella que tiene tendencia a escoger objetivos a su alcance, obteniendo así éxito tras éxito. La gente infeliz aparece con ambiciones imposibles de realizar y percibe su vida como una serie de fracasos. La felicidad parece asociada más a éxitos en la consecución de objetivos que se pueden alcanzar, que a fracasos obtenidos por buscar imposibles.
Rasgo fundamental 7: desarrollar un pensamiento positivo y optimista
Una mentalidad positiva y optimista es quizá el rasgo más característico de la gente feliz a tenor de lo remitido por la documentación científica. Teniendo en cuenta este dato fundamental, en los cursos formativos empleamos mucho tiempo en ayudar a los estudiantes a captar la relación entre una actitud optimista y positiva y la felicidad. Empezamos, una vez más, por la discusión sobre la relación entre el tiempo mental y la felicidad: la felicidad de una persona se percibe como fuertemente determinada por el tipo de pensamientos que ocupan su mente durante la jornada. Cuanto más placenteros resulten esos pensamientos, más emociones positivas experimentará una persona.
El optimismo contribuye en este proceso de diversas maneras:
1. El optimismo es una interpretación positiva de los acontecimientos. Llegados aquí, la lección explica que casi todas las situaciones de la vida se pueden percibir positivamente. Según las frases de los investigadores de este campo "lo que determina vuestra felicidad no es lo que tenéis, sino cómo percibís lo que tenéis". Se presenta a los  estudiantes una serie de situaciones tomadas de la “vida real” y se les invita a interpretarlos bajo el prisma más positivo y bajo el más negativo posibles, para ayudarles a evaluar la consecuencia de cada interpretación sobre sus emociones.
2. El optimismo es una actitud perceptiva que centra la atención de alguien. Como subraya la psicología fundamental, "una persona termina por lograr lo que busca". Se parte del principio de que en el mundo se producen suficientes cosas buenas y suficientes cosas malas como para permitir a cada uno concentrar todas sus preocupaciones sobre cada una de esas realidades. Si alguien busca encontrar cosas negativas en la vida, dispondrá de suficiente material para hacerlo, lo cual también sirve para los asuntos felices. Aquello que inquirimos influye sobre nuestra manera de percibir el mundo y, consiguientemente, sobre nuestro nivel de felicidad.
3. El optimismo "es una predicción que se realiza por sí misma". Si alguien trata de que algo funcione bien, su propio comportamiento aumentará la probabilidad de conseguirlo.
4. Finalmente, el optimismo es una creencia del tipo "voy a ser feliz ocurra lo que ocurra". Esta idea filosófica dota a los estudiantes de un potencial según el cual la interpretación puede acabar siendo más fuerte que la realidad. Sea cual sea la circunstancia, las emociones de una persona no deben ser necesariamente dictadas por la situación. Una persona es siempre (potencialmente) libre de escoger hasta qué punto se va a sentir feliz.
También se lleva a cabo una distinción entre el optimismo y las expectativas en cuanto a su carácter específico. Las expectativas son muy específicas; por ejemplo: "debo conseguir esa promoción o, de lo contrario, nunca llegaré a ser feliz", mientras que el optimismo es muy general: "ocurra lo que ocurra, será para bien". El proceso formativo se termina con una indicación acerca de una variedad de técnicas del comportamiento (algunas de las cuales ya han sido señaladas), tales como la "sustitución de pensamientos", el "ejercicio mental" y "la imaginación positiva". Se recomiendan algunos ejercicios, tales como elaborar una lista de los propios talentos o practicar interpretaciones positivas de los acontecimientos de cada día.
Rasgo fundamental 8: estar centrado en el presente
Desde hace tiempo y considerada como una característica principal de la actualización de sí mismo, la investigación ha descubierto que las personas felices se hallan intensamente volcadas sobre el presente, es decir, que invierten más en el presente y parecen extraer el máximo placer a las oportunidades cotidianas. Tal y como se lo mostramos a nuestros estudiantes, la felicidad se encuentra más fácilmente en el "aquí y ahora" que en el "después". La gente feliz parece valorar más sus días que la gente infeliz, sobre todo porque su atención no está teñida por los pesares y lamentaciones del pasado o por las incertidumbres del futuro. Con la ayuda de una gran variedad de estrategias, subrayamos la importancia de "saborear el momento presente" y de aprovechar cada día plenamente. Asimismo se presentan técnicas de meditación y de concentración como medios para apreciar intensamente los placeres sencillos ofrecidos por cada momento de la vida.
Rasgo fundamental 9: trabajar en busca de una personalidad sana
A pesar de la ocasional crítica social según la cual toda persona que es feliz en nuestra sociedad debe "haber perdido la razón", los resultados obtenidos en este ámbito (mediante la utilización de prácticamente la totalidad de los instrumentos y tests clínicos generalizados que existen) han demostrado que la gente feliz se encuentra mentalmente muy sana y bastante más libre que la población en general de padecer cualquier sintomatología o cualquier padecimiento psicológico. Una formación adecuada de las hábitos, orientada a alcanzar una adaptación sana, requiere a menudo un curso de un semestre en la mayoría de los colegios. Sin embargo, en la formación para la felicidad, procuramos reducir ese tiempo a algunos principios básicos de salud mental que, esperamos, ayudarán a nuestros estudiantes a tomar una buena dirección: amaros, aceptaros, conoceros y ayudaros.
El principio "amaros" viene acompañado con una de las más importantes dimensiones de la personalidad feliz, esto es, el concepto positivo de sí mismo. Los estudiantes analizan la percepción que tienen de sí mismos y acaban comprendiendo cómo ello afecta a su felicidad en el plano del humor. Se aprovecha la ocasión para presentar varias estrategias destinadas a mejorar la imagen de sí mismo.
El principio "aceptaros" se centra en el modo que cada cual tiene de adecuarse con sus imperfecciones y sus insuficiencias personales; para muchos, se trata de un ingrediente importante del principio "amarse a sí mismo". Se informa a los estudiantes de que la aceptación de las imperfecciones es más propia de la gente feliz que de la gente infeliz, la cual se caracteriza por la crítica y el desprecio a sí mismo. La lección es la siguiente: no tenéis que ser perfectos para amaros.
El principio "conoceros" guía al estudiante hacia un buen conocimiento de sí mismo. Solemos explicar que, si bien las buenas decisiones contribuyen a una vida más feliz, es importante conocerse a sí mismo para poder tomar esas decisiones adecuadas. Se indica entonces un cierto número de actividades y de autoanálisis como vías para llegar a alcanzar un mejor conocimiento de sí mismo.
El principio "ayudaros" se refiere también a las costumbres y capacidades de auto suficiencia que poseen las personas felices, lo que les permite alcanzar el éxito en la vida de un modo autónomo. En este caso, se explican diversos temas que se han tratado a menudo en la documentación científica, tales como la competencia, el dominio de sí, el control del propio destino y la autodeterminación. Se indican también las estrategias básicas para desarrollar tales características sanas.
Rasgo fundamental diez: desarrollar una personalidad atractiva
Además del optimismo, el rasgo de personalidad más frecuente en la gente feliz es la extroversión. Por ello y sobre todo porque la felicidad parece ser más acentuada en aquellos que gozan de una vida social activa, nuestro programa de formación demuestra a los estudiantes la importancia de ser una persona más sociable, más atractiva, tanto en el plano cognitivo (explicando la importancia de la extroversión como modo privilegiado de alcanzar una vida social más feliz) como en el plano del comportamiento (desde un punto de vista técnico como sonreír más, reconocer a los demás, iniciar la conversación y demás opciones que les permitirían ampliar sus contactos  sociales).
Rasgó fundamental 11: ser UNO mismo
Las investigaciones de la personalidad relacionadas con la gente feliz muestran que las personas felices tienen tendencia a seguir siendo ellas mismas. Términos como "natural", "espontáneo", "auténtico", "sincero", "a gusto", "honesto", "expresivo", "franco", "real", "abierto", etc., aparecen a menudo en la documentación científica.
Utilizamos dos modos de defender ante los estudiantes las ventajas de ser uno mismo. Por una parte, se encuentra el nivel afectivo: una ventaja básica de ser uno mismo descansa en la comodidad y la facilidad auténticas que  ello supone para la vida diaria. Por otra parte, también está la ventaja táctica; cuando alguien se expresa honestamente, las cosas suelen funcionar más a menudo a su favor que en el caso contrario. Esto es particularmente cierto en los campos del amor y de la amistad. Para encontrar gente que pueda amarnos "tal como somos", tendremos que presentarnos "tal como somos" desde el primer momento.
Rasgo fundamental 12: eliminar los sentimientos negativos y los problemas
Se introduce este rasgo fundamental como advertencia para el resto del curso sobre la felicidad. La mayor parte del contenido educativo de este curso se orienta hacia una asistencia normal, libre de dificultades psicológicas importantes. Sin embargo, reconocemos que algunas de las personas participantes en estas formaciones padecen una serie de trastornos mentales que pueden limitar e incluso sabotear sus esfuerzos en el programa. Los datos indican que un cuarto o más de la población americana padece problemas graves con el humor, la ansiedad, la dependencia de sustancias u otras formas de trastornos conocidos. Asimismo, este rasgo fundamental ofrece una presentación breve de los síntomas y de las causas de la desesperación mental, de los medios básicos para adecuarse al trastorno emocional y a la presión de todos los días y, en especial para todos aquellos que reconocen la presencia de problemas graves en sus vidas, se advierte sobre la importancia de buscar ayuda profesional.
No es que la gente infeliz no pueda aprovechar una formación para la felicidad (porque, en varios de nuestros estudios, hemos encontrado que tales personas tienen a menudo más oportunidades de mostrar una mejoría) ni tampoco que la formación proporcionada a través de los rasgos fundamentales resulte en este caso diferente del tipo de consejos que los terapeutas podrían dar a sus clientes (dado que la mayoría de las técnicas enseñadas están sacadas de tareas terapéuticas estándar). El problema estriba en que un determinado número de personas, sea cual sea el medio educativo, se encuentran simplemente abrumadas por sus síntomas y por la invasión de la tristeza como para poder empezar a trabajar sobre la felicidad. Para estas personas es absolutamente necesaria una ayuda personal y en profundidad. Por lo tanto, intentamos dirigirlos hacia esa ayuda pertinente, tanto a través de nuestros cursos, como mediante la sensibilización hacia los participantes que hablan abiertamente de sus problemas en nuestras clases.
Rasgo fundamental 13: La relaciones íntimas son la primera fuente de felicidad
Los sondeos internacionales han demostrado tradicionalmente que, de entre todos factores estudiados, los lazos del matrimonio y de la familia han resultado ser la fuente de felicidad más importante, independientemente de la renta o el nivel social; así lo han confirmado varias décadas de investigación sobre la felicidad. Sencillamente decimos a los estudiantes: "las relaciones íntimas son la primera fuente de felicidad".
La formación es aquí fundamentalmente cognitiva. El contenido insiste sobre la importancia crítica de una amistad cercana, de la familia y de lazos románticos para disfrutar de un buen sentimiento general de felicidad. Los cursos se centran especialmente en las relaciones maritales y románticas (la documentación científica ha demostrado regularmente el impacto primordial que ejercen tales dimensiones sobre la felicidad); presentan las características de relaciones amorosas sanas tal y como han sido definidas por grandes expertos en el ámbito de los consejeros matrimoniales y de las relaciones maritales. A continuación se contrastan estas características con las de las relaciones malsanas y neuróticas.
Rasgo fundamental 14: apreciar la  felicidad
El último rasgo fundamental se refiere a la posición que ocupa la felicidad entre las prioridades generales de una persona. Se informa a los estudiantes de que la gente más feliz parece atribuir mayor importancia a la felicidad, al bienestar subjetivo y a conceptos similares, de lo que lo hacen otras personas. En efecto, varias personas felices consideran su felicidad como la mayor preocupación en la vida, mientras que la gente infeliz apenas hace caso a la felicidad. Además, la gente feliz parece haber reflexionado mucho sobre la felicidad, tal y como testifica su capacidad para dar definiciones más adecuadas. Tienen una intuición más penetrante sobre las fuentes fundamentales de la felicidad, una mayor sensibilidad para con las emociones felices y una mejor apreciación de éstas en su vida. El núcleo reside aquí en que el logro de felicidad puede encontrarse estrechamente ligado a la importancia del deseo de ser feliz y al valor que cada cual le atribuye.
Cuando la formación sobre la felicidad llega a su término, el logro de la felicidad representa como un objetivo posible, en nada diferente de otros objetivos que la persona pudiera plantearse. Al igual que cualquier otro objetivo en la vida, la persona que mayores oportunidades tiene de alcanzarla es aquella que piensa en su objetivo y que lo ha analizado exhaustivamente, aquella que realiza mayores esfuerzos y aquella, sobre todo, que posee una información acertada sobre el modo de lograrlo. Creemos que nuestra formación aporta dicha información. El análisis y el esfuerzo quedan, en adelante, en manos del estudiante.
Discusión
Volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿se puede enseñar la felicidad? Si tuviéramos que referirnos únicamente a la masa de datos recientemente acumulados en el ámbito de la investigación sobre la felicidad, la posibilidad aparecería como remota. Contrariamente a las primeras investigaciones sobre la felicidad, las cuales se centraban en gran parte en las características de la personalidad de la gente feliz, la investigación de la última década se ha interesado más bien en las correlaciones entre el bienestar y los factores más globales, socioeconómicos. Apenas disponemos de datos que pudieran fundamentar una educación para la felicidad. La decepción de los investigadores frente a esos datos objetivos sobre la felicidad ha conducido a algunos a adoptar la opinión de que una gran parte, cuando no la totalidad, de la felicidad de una persona descansa en una predisposición genética.
Por otra parte, si los estudios aquí citados poseen realmente cierta validez, entonces se puede mantener una gran esperanza en lo relativo a la posibilidad de una educación para la felicidad. Conforme a la investigación realizada, una proporción significativa de las personas que se educan para la felicidad parecen sacar provecho, a pesar de las dificultades socioeconómicas y de la predisposición genética.
Hemos llegado a la conclusión de que un curso basado en los datos de la investigación sobre la felicidad puede alcanzar un impacto real en el nivel de felicidad. Además, queda claro que las ganancias en este ámbito no son solamente producto de la sugestión o simple sensibilización respecto a “la felicidad” como tal (estos factores han sido controlados en la mayoría de los estudios). De hecho, las ganancias aparecen más bien fundadas en el contenido de los propios rasgos fundamentales, dado que cursos basados en contenidos parciales (es decir, cursos de introducción que contienen únicamente la presentación de algunos rasgos fundamentales) no han podido demostrar una ganancia similar a la obtenida por el curso entero.
A decir verdad sólo la investigación futura podrá confirmar si es o no realmente posible aumentar el nivel de felicidad personal mediante una formación específica. Pensamos que disponemos de un inicio prometedor gracias a los resultados de nuestras investigaciones. Este artículo se ha centrado en mi modo personal de abordar los cursos sobre la felicidad. Para aquellos que estuvieran interesados en él, ya fuera con fines educativos ya con fines investigadores, sepan que aparece detallado de modo exhaustivo en un libro (Fordyce, 1996), en vídeo (Fordyce, 1989) y en folleto (Fordyce, 1981) que se puede conseguir pidiéndolo directamente al autor.
Los rasgos fundamentales que han sido aquí presentados no constituyen, de ninguna manera, la única forma que pudieran adquirir los cursos sobre la felicidad. Dado que la investigación continúa, algunos elementos serán quizá relegados, se podrán añadir otros nuevos e incluso se podría desarrollar una nueva formulación. Poco importa lo que surja eventualmente; confío en que permanecerá una noción de base: los datos seguirán subrayando las diferencias entre la gente feliz y la infeliz, diferencias que podrán ser enseñadas. La clave reside en identificar esas diferencias y en encontrar, seguidamente, los medios de enseñarlo a los demás.
Referencias
FORDYCE, M. W., Development of a program to increase personal happines, en: Journal of Counseling Psichology, 24 (6), págs. 511-521, 1977.
Ídem,  The psychology of happiness: a brief version of the fourteen fundamentals, Ft Myers: Cypress Lake Media (disponible al contactar con el autor), 1981.
Ídem, A program to increase happiness: Futher studies, en Journal of Counseling Psychology, 30 (4), págs, 483-498, 1986.
Ídem, The psychap inventory; A multi-scale test to measure happiness and its concomitants, en: Social Indicators Research, 18 (1), págs. 1-33, 1986.
Ídem, Michael Fordyce´s: The psychology of happiness, (Curso en video de 14 episodios), Ft. Myers: Edison Community College, 1989.
Ídem, A program to increase personal happines III. More studies, Ft. Myers: Edison Community College, 1994 (manuscrito disponible al contactar con el autor).
Ídem, Human happiness: etsnature and its attainment, Ft Myers: Edison Community College, 1996 (Dos voluménes, no publicados, disponibles al contactar con el autor).
Kowal, J. L. C.: Increasing the happiness of outpatient cancer patients, tesis de licenciatura no publicada, Universidad de Edmunton, Canadá, 1980.
Lichter, S., Haye, K., y Damman, R., Increasing happiness througt cognitive retraining, en: New Zealand Psychologist, 9, págs. 57-64, 1980.
Wade; M.E.,  A study of the correlation of personal happiness and job satisfaction, Disertación doctoral no publicada, Universidad del Misisipi, 1993.

[1] Revue québécoise de psychologie, vol. 18, nª2, 1997; traducción y adaptación al francés por Pierre Cousineau.

jueves, 16 de agosto de 2012

Volver a empezar


A lo largo de los años, vivimos experiencias que posiblemente nunca imaginamos.
Deseamos algo y pensamos que podemos proyectarlo, arrobados de fe y entusiasmo, con la ilusión de que lo que queremos en ese momento se cumplirá, como si las leyes de causa y efecto estuvieran a nuestros servicios según nuestra lógica.

Noticia: no es así. Las cuestiones de causa y efecto nos exceden. No hay lógica para determinadas consecuencias o para determinadas causas.
Las cosas, simplemente ocurren. No por arte de magia. Hay un complejo sistema de coincidencias de gran cantidad de factores que no alcanzamos siquiera a percibir, y otros que directamente ignoramos. Nos manejamos con la ilusión de que lo comprendemos todo, de que somos capaces de conocer al mundo que habitamos y que de alguna manera absurda podemos dirigir nuestra vida en un ciento por ciento.

Así, nos topamos con pasajes y obstáculos tanto como sorpresas y alternativas que no habíamos concebido nunca. Nos sorprendemos, nos frustramos, nos asombramos, nos resignamos, nos enojamos, nos enamoramos y la vida sigue avanzando más allá de nosotros mismos.
Caminamos acompañados por la constante presencia de nuestras emociones que se encargan de apuntalarnos o de hundirnos en los más sombríos pensamientos, llevándonos al fatalismo.

Nos volvemos exagerados, vehementes, víctimas, rebeldes, y no sabemos como recuperar el estado de equilibrio, de paz y de alegría.
Alegría no es felicidad, pero es una excelente alternativa que ayuda a construir momentos felices.

Pasamos una vida, esta vida, la que tenemos, entrando y saliendo de lugares, cuando tenemos un espacio para habitar con todas las comodidades que necesitamos y que se llama, conciencia.

Tejemos muchas ideas, porque la imaginación nos ayuda a generar escenarios diversos. Algunos son muy divertidos por cierto. Otros rayan en  lo ridículo, como en los casos de extremo narcisismo u omnipotencia.

Somos muy vulnerables y fascinantes al mismo tiempo. Conocernos nos lleva mucho tiempo. Un tiempo que a la vez nos mueve entre lo urgente y lo importante y la tarea de discernirlo, para no actuar en piloto automático como si fuésemos un robot.
Somos seres humanos y es hora de tomar conciencia de que respiramos y que cada día es un regalo que el Universo nos da, es algo que no hemos alcanzado a valorar. ¿Vemos la generosidad que se nos entrega cada día?

Pero… entre tantas idas y venidas, hay una posibilidad cierta y concreta. La de tomar conciencia plena de quienes somos y quienes queremos ser. Cómo queremos actuar y que creencias vamos a sostener para dirigir nuestros actos. Podemos elegir como hablar y que decir. De que forma hacerlo.                  Podemos estar en silencio y pensar. Pensar es una actividad muy útil, que pocas veces se practica a conciencia. Además es saludable y agradable.

Tal vez se trate de ir más despacio y saber que nadie tiene asegurado el mañana. Que nadie tiene garantías de que tal acto va a traer tal consecuencia. Ya que eso no existe. Hay personas que hacen de todo para que les vaya bien y no alcanzan a ver el resultado en la medida de sus esfuerzos. Otras, que sin tanto ahínco logran más de lo que imaginaron.                ¿Por qué sucede esto? Porque en realidad, hay mucho de lo que no sabemos, y porque somos seres limitados por nuestros sentidos que además nos engañan.
Sólo asumiendo humildemente, nuestra condición humana, podremos comenzar a pensar en la reparación de nuestra propia existencia y en la de nuestro prójimo.

Por eso, como dice Lerner. Volver a empezar. Poner lo mejor de cada uno y alejarse de las expectativas y de los juicios. Simplemente razonar con los lóbulos prefrontales (LPF) y ser más comprensivos y tolerantes.
¿A quién creemos que juzgamos cuando opinamos? La prudencia es una virtud a tener en cuenta a la hora de elegir. Perseverar y volver a empezar, volver a empezar  cada vez con mejores intenciones y más conciencia de que se puede compartir un planeta en paz y con alegría.

Cynthia Grinfeld

viernes, 13 de enero de 2012

Neurobiología de las narrativas







La neurobiología de las narrativas (o cómo contar historias es crear realidades)
La capacidad que tienen las narrativas de moldear el mundo es estudiada incluso por la agencia militar DARPA. Un análisis neuropolítico muestra que la realidad colectiva que vivimos es una construcción basada en el lenguaje y que si queremos transformar nuestra realidad, debemos de transformar antes nuestra narrativa.

Probablemente la gran aportación del pensamiento filosófico de la última mitad del siglo veinte fue estructurar y ahondar en la noción de que el lenguaje construye la realidad que experimentamos. Desde la famosa frase de Wittgenstein —”los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”— a la incansable desprogramación de Carlos Castaneda, bajo la máxima de que la descripción del mundo que nos hacemos se convierte en el mundo que percibimos, el psicoanálisis lacaniano o los túneles de realidad de Robert Anton Wilson (por solo citar algunos ejemplos), se consolida en la conciencia humana una idea que pertenece a la tradición oculta de la magia. Esta inseminación psíquica colectiva de la realidad como un constructo lingüístico se refuerza con los lenguajes de programación informática, en los que percibimos directamente que lo que vemos es en realidad la representación de un código, un lenguaje.

Esta noción que nace de la magia y del arte —donde decir es mover una fuerza psíquica, que puede volverse física— ha sido finalmente aprehendida por la neurociencia en las últimas décadas, descubriendo que para el cerebro humano escuchar una historia es prácticamente lo mismo que vivirla: tal es el poder de la narrativa. Y ahora no son solo los neurocientíficos que estudian las nueronas espejo o las compañías de neurormarketing las que están interesadas en estudiar “la neurobiología de las narrativas”, la misma DARPA, la agencia de tecnología militar de Estados Unidos, co-responsable en la invención de Internet, mostró recientemente interés por entender y cuantificar los mecanismos con los que operan las narrativas. Los militares y los agentes secretos se han infiltrado a la clase de literatura.

DARPA, que maneja miles de milones de dólares para desarrollar tecnología de punta de lanza, sostuvo la conferencia Narrative Networks (N2): The Neurobiology of Narratives (25), como parte de un programa interesado en medir los efectos de contar historias en el ser humano. El coronel William Casebeer, quien presidió esta conferencia, dijo: “Si fuera apostador diría que hay ciertas historias que pueden ser adictivas y, neurobiológicamente hablando, no tan distintas a inhalar un poco de cocaína”. (¿Cómo cuál droga es la historia que tú te cuentas?) Leamos lo que piensa DARPA, con su característico lenguaje militar intrincado, sobre los efectos de las narrativas:

“El impacto de las narrativas en la psicología humana abarca desde qué eventos recordamos con mayor facilidad hasta nuestras decisiones sobre importantes conductas fundacionales que definen nuestro grado de confianza en los demás. Ya que el cerebro humano es la causa próxima de nuestras acciones, las narrativas tienen un impacto directo en los procesos neurobiológicos de los receptores y de los emisores. Entender cómo las narrativas informan los procesos neurobiológicos es crítico si queremos determinar qué efecto tienen sobre la psicología y la neurobiología de las decisiones humanas y sus comportamientos, y pueden ayudar en todo lo que va desde explorar cómo el trastorno de estrés post-traumático está influenciado por la repetición del evento, hasta entender los pensamientos y sentimientos de otras personas”.

De manera un poco obtusa, DARPA parece descubrir que las narrativas son sentimientos encapsulados con los cuales una persona puede empatizar y, por otro lado, que las narrativas actúan directamente sobre las neuronas, afectando los procesos neurales con los que se decide hacer algo —y no otra cosa.
Evidentemente el interés de DARPA es poder aplicar esto en el campo de batalla, no holgarse en los fascinantes misterios de la mente humana. Casebeer nota que una narrativa convincente puede sellar la resolución de un bombardero suicida y sugiere que desarrollar “estrategias de contra-narrativa” pueden ayudar a “desmotivar tales ataques”. DARPA formula esta posible aplicación de manera supuestamente humanitaria: la neurobiología de las narrativas puede ayudar a “prevenir” que personas “atenazadas por una narrativa” hagan “daño intencionalmente a los demás”. Es decir, pueden ayudar a que terroristas que participan en la narrativa del “jihad” (la guerra santa) dejen de verse programados por esa narrativa, posiblemente al aplicar una “contra-narrativa”. Pero esto no es para nada nuevo, es parte de lo que la CIA llama “psy-ops”, operaciones psicológicas. Y, por supuesto, es parte primordial del sometimiento en el que tiene Estados Unidos a sus ciudadanos, con la llamada guerra del terror, la cual es fundamentalmente una narrativa que cuenta con una panoplia de medios para desdoblar su drama, principalmente el cine, la TV, los diarios y el simulacro político. Uno de los efectos neurobiológicos de esta narrativa es que los ciudadanos de Estados Unidos aceptan con mayor facilidad pagar miles de millones de dólares con sus impuestos para fondear guerras en lejanos países árabes.

Si bien DARPA parece proceder con cierta torpeza en el terreno de la narrativa (después de todo el arte del lenguaje no es lo suyo), numerosas empresas de neuromarketing ya ganan millones de dólares entregando información a grandes corporaciones sobre cómo reaccionan los cerebros de las personas a sus programas, anuncios y productos.
El neuroeconomista Paul Zak, quien asistió a la conferencia de DARPA sobre la neurobiología de la narrativa, ha realizado estudios en los que ha detectado que ver una historia sobre un niño de 4 años que tiene cáncer terminal incrementa el nivel de oxitocina en el cerebro un 47%, en comparación con una película emocionalmente neutral.
Una de las formas en las que funcionan las narrativas —expuesta en el ensayo Escritores del Cielo en Hades, de Aeolus Kephas, es a través del efecto de empatía de las neuronas espejo que se genera con la lectura de un texto: al leer algo, al igual que cuando vemos a alguien hacer algo, nuestra mente repite ese acto sobre el que leemos —de ahí que la pornografía puede ser tan adictiva, ya que, literalmente, en nuestro cerebro estamos teniendo sexo. Esto es altamente significativo porque, en mayor o menor medida, todo lo que vemos, escuchamos y leemos nos está programando, nos está haciendo hacer lo que hace en la mente. 
Todo lenguaje es programación. 

Tres autores entrañables, por lo menos, han hablado sobre esto. 
William Blake dijo:”Si no quiero ser esclavo del sistema de otro hombre, debo de crear mi propio sistema”; Terence Mckenna: “Si no tengo un plan propio, seré parte del plan de otra persona”; y Douglas Rushkoff: “Programa o se programado”. O lo que es lo mismo: si no escribo mi propia narrativa seré parte de, y probablemente padeceré, la narrativa de otra persona (o entidad como DARPA o algo aún más escabroso). Y como broche de oro, Alan Moore: “El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción”.
Según algunas versiones esotéricas y hasta evolucionistas, el universo es por naturaleza predatorial: podríamos imaginar una serie de narrativas, tantas quizás como seres en el universo, tratando de imponerse las unas sobre las otras (en este sentido, como bien notó John Lilly, toda relación es un intercambio o una imposición de narrativas, una programación). Algunas de ellas con la fuerza de eones narrándose hasta el punto de que se vuelven parte del “ADN” de una especie e incluso del campo de información de todo un planeta.
Tal vez lo que la cultura moderna ha llamado “la Matrix” no sea más que una narrativa especialmente apta para repetirse por una gran cantidad de entidades. Puede ser que su aptitud no necesariamente tenga que ver con su riqueza narrativa, sino con que se sabe adaptar a la neurobiología de su audiencia: con que es tan fácil de repetir.
Pero entonces para escapar de la Matrix, escapar de la realidad consensual, de aquello que Phillip K. Dick llamó “La Prisión de Hierro Negro”, tal vez solamente sea necesario dejar de repetir esa narrativa. Repetirnos que el mundo es así —y no de otra forma— y que nosotros somos una persona, con un nombre y con una historia determinante.
¿Pero acaso esto no entra en conflicto con la idea de escribir nuestra propia narrativa? Este deseo de ser nosostros mismos, de crear nuestra propia realidad, de escribir sobre el cielo nuestro código.

En la película The Imaginarium of Dr. Parnassus de Terry Gilliam un grupo de monjes budistas en un templo en las montañas cuenta incesantemente una historia (la historia eterna), bajo la creencia de que si interrumpen esa historia el universo se acabará. El diablo interrumpe la historia y congela el tiempo para probar que están equivocados, que el universo sigue. Parnassus dice entonces que hay alguien en algún lado que está contando una historia y que si este alguien no existiera, el universo se derrumbaría. 

¿Qué sucede si dejamos de contar nuestra historia? ¿Entra la historia de otro, alguien más que sostiene al universo? Una manera de verlo es que cuando dejamos de contar la historia que nos hemos contado desde nuestra realidad colectiva programada culturalmente entra nuestro propio programa, el de nuestra historia individuada, que no necesita que nos la contemos, puesto que alguien en algún lugar del universo —quizás en todo el universo— la está contando. Dejamos de describir lo que vemos para verdaderamente ver, para ser nuestra historia (ver algo verdaderamente es convertirnos en lo que vemos: el ojo es el sol).

¿Pero entonces cómo es posible que escribamos nuestra propia historia y que seamos nosotros mismos, si hay alguien más que cuenta nuestra historia? ¿Y quién sería ese alguien? Esto es un poco complejo y solamente tenemos la intuición para entenderlo, pero parte de la hipótesis de que solo la persona individuada (en términos de Jung) que se desprende de la colectividad para afirmarse a sí misma puede acceder a la totalidad, a la mente universal. Es decir, paradójicamente, para ser todos, para convertirte (otra vez) en el universo, antes tienes que ser tú, ser uno. Aquel que se desprende de la narrativa colectiva entra en la narrativa individual —que es la narrativa universal, flamante de arquetipos cósmicos— y escribe su propia historia, pero lo hace con la pluma del universo. El mundo no es ficción, es metaficción.
“Una vez que reconozco que soy el soñado, se vuelve más fácil respirar. Nada que hacer, hacer, hacer, solo observar y disfrutar”, comenta Kephas.

*J.L.Borges, “Las ruinas circulares”

Existe una reticencia a asumirse como el soñado. Todos queremos tener nuestra propia realidad y ser los que sueñan. Ser autores de nuestra gran obra. ¿Pero por qué no considerar que la persona a la cual tanto nos apegamos —este nombre y este cuerpo— no es más que el sueño, la narrativa de otro ser? Un inmenso diletante que llena el espacio con su tinta onírica, un pulpo holográfico de infinitos tentáculos, un ser —el otro, el mismo— que solo observa la divinidad en un espejo transparente. Un ser a través del cual te observas.


Soñar o ser soñado...


The impact of narratives on human psychology ranges widely from what events we remember most easily to our choices about important foundational behaviors to include our degree of trust in others. Since the brain is the proximate cause of our actions, narratives have a direct impact on the neurobiological processes of both the senders and receivers of them. Understanding how narratives inform neurobiological processes is critical if we are to ascertain what effect narratives have on the psychology and neurobiology of human choices and behaviors, and can assist in everything ranging from exploring how Post-Traumatic Stress Disorder is influenced by event repetition to better understanding the thoughts and feelings of others.